Para los israelíes, que Irán sea un aliado estratégico de la potencia norteamericana contra Estado Islámico implica un peligro para su propia seguridad
Las relaciones entre los Estados Unidos e Israel pasan por un momento particularmente complejo. Se aproxima la hora en que Irán y la comunidad internacional podrían suscribir, antes de que concluya marzo, un convenio referido al peligroso programa nuclear iraní, que sería congelarlo al menos por diez años.
Para el Estado de Israel, Irán es obviamente un muy serio problema de seguridad. Presumiblemente, el más grave que ese país enfrenta. Más aún, es una clara amenaza existencial, desde que los líderes de la ambiciosa teocracia iraní no reconocen siquiera el derecho del Estado de Israel a ser tal. Y, además, están ciertamente detrás de dos organizaciones terroristas como Hezbollah y Hamas, financiándolas y armándolas. Ambas agrupaciones son violentas y hoy, desde las fronteras mismas con Israel, apuntan los miles de misiles que Irán les ha suministrado contra cualquier blanco emplazado en el territorio de Israel, sin omitir a los civiles inocentes. Es entonces relativamente simple concluir que, para las autoridades de Israel, ésta sea una cuestión prioritaria. Solamente pensar en la posibilidad de un Irán dotado de armas atómicas implica sumergirse en una inmediata y sobrecogedora pesadilla.
Por esto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se opone tenazmente a la negociación de la comunidad internacional con Irán respecto del sospechoso programa nuclear iraní, respecto del cual sólo se siente seguro si se lo discontinúa y deja enteramente de lado, lo que difícilmente sería admitido hoy por el particular liderazgo religioso de Irán.
Esto explica la reciente alocución de Netanyahu ante ambas cámaras del Congreso norteamericano, llenando de tensión a la aludida negociación cuando ella ha entrado en su fase final. Para él, el arreglo que se avizora sería siempre sumamente perjudicial para Israel, por lo que procura que no sea suscripto. No obstante, la relación entre Israel y los EE.UU, más allá de lo táctico, seguramente no quedará afectada si Netanyahu es desoído. Está edificada sobre valores compartidos. Los EE.UU. defenderán siempre, creemos, el derecho de Israel a ser el orgulloso Estado que hoy es, cualesquiera que fueren las circunstancias que pudieran tener que enfrentarse.
Pese a ello, también es cierto que el tablero de Medio Oriente se ha complicado enormemente. Irán, que ha crecido notoriamente en sus aspiraciones de poder transformarse en una potencia regional, está implicado profundamente en lo que sucede en Siria e Irak, con tropas operando en las distintas batallas que hoy se libran en ambos terrenos, con una crueldad facciosa inusual. Y tiene, asimismo, una influencia sustancial en el actual caos yemenita, que ha explotado en la frontera misma de Arabia Saudita, cuyos líderes acusan abiertamente a Irán de tener pretensiones regionales “hegemónicas”.
Irán es, paradójicamente, un aliado de los EE.UU. de hecho en la lucha contra Estado Islámico y su barbarie inhumana. Sus tropas están en el terreno, luchando apoyadas por el decisivo apoyo aéreo de la coalición occidental, que está esencialmente a cargo de la fuerza aérea norteamericana y es coordinado indirectamente a través de Irak.
Hoy, como ya lo hicieron respecto de otras ciudades -Amerli, Erbil y Baiji-, las experimentadas milicias iraníes, lideradas por el general Qassim Suleimani, acompañan a las fuerzas del gobierno de Irak en el intento de recuperación de Tikrit y mañana, previsiblemente, lo harán también en la decisiva batalla por reconquistar Mosul la segunda ciudad iraquí, aún en manos de Estado Islámico-, que se libraría a mediados de este año. Esas milicias, cabe recordar, son las mismas que fueron responsables de las atrocidades facciosas que se cometieron en la guerra civil iraquí que estalló en 2011, cuando se produjo el retiro de las tropas norteamericanas.
La crisis de Medio Oriente, queda visto, se ha ampliado mucho y el profundo enfrentamiento religioso intramusulmán, que enfrenta a sunitas contra chiitas, la ha complicado enormemente. De allí que la delicada cuestión que concierne a Israel, que mantiene toda su vigencia e importancia y que desgraciadamente aún no ha sido resuelta, no sea ya la única urgencia por tener en cuenta, en una región que se ha llenado de barbarie y horror inhumanos.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.