Deal with Iran: A First Step

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EL ACUERDO preliminar alcanzado el jueves pasado entre Washington y Teherán es un primer paso en el camino por contener el programa nuclear iraní e impedir que ese país pueda eventualmente desarrollar una bomba atómica. Los términos reales del pacto sólo se conocerán el 30 de junio, cuando se firme el texto definitivo. Sin embargo, es una señal positiva que el régimen iraní haya aceptado reducir los alcances de su programa nuclear y permita las visitas regulares de inspectores de Naciones Unidas.

Estados Unidos, la Unión Europea y Naciones Unidas deben afinar ahora con Teherán los detalles técnicos del acuerdo para no dar pie a eventuales interpretaciones que, a la larga, terminen convirtiendo el documento en algo estéril. Si efectivamente Irán cumple con su compromiso de reducir en un 75% sus centrífugas y evitar que el enriquecimiento de uranio supere el 3,67% (menor al nivel requerido para fabricar una bomba), a cambio del levantamiento de las sanciones económicas de Occidente, será un avance importante.

El historial del régimen iraní motiva un razonable escepticismo. No sólo llevó a cabo un programa nuclear secreto pese a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear, sino que en medio de las negociaciones en noviembre de 2013, siguió adelante con su plan de enriquecimiento de uranio hasta un nivel cercano al requerido para la fabricación de una bomba nuclear. Por ello, es clave que el documento final deje en claro las facultades y los alcances de la labor de los inspectores internacionales para velar por el cumplimiento del pacto.

El texto firmado en Suiza está lejos de cumplir con las condiciones iniciales de Barack Obama para llegar a un acuerdo con Irán y que contemplaban el cierre completo de su programa nuclear. Por ello, el desafío de Washington es convencer a sus aliados en Medio Oriente, en especial a Israel y Arabia Saudita -que se oponen a cualquier acuerdo- que se trata de un pacto que favorecerá la paz.

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