LAC: Between China and the US

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Sin duda hay que celebrar el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba así como el renovado interés de la administración Obama en la región.

No obstante, tal posición puede tener mucho más que ver con contrarrestar la decidida acción de China por hacer presencia en América Latina y el Caribe (LAC) que con tener un genuino y desinteresado deseo por ‘ser parte de la región’, o incluso con preparar el terreno para el próximo candidato demócrata para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

Es cierto que cuando Barack Obama fue elegido por primera vez presidente en 2009, en su discurso de posesión anunció que se acercaría a Cuba y realizaría acciones para desmontar Guantánamo como parte de una estrategia cuyo objetivo sería una nueva alianza con América Latina. Incluso fue su posición siendo aún senador.

Pero el hecho de que China esté penetrando de forma tan contundente en las economías de los países de la región probablemente sea un factor decisivo en los recientes anuncios hechos por Estados Unidos no solo durante la Cumbre de las Américas, sino en otros escenarios como la reunión de Caricom que tuvo lugar en Jamaica, cuando presentó una iniciativa de seguridad energética para facilitar la independencia de la producción proveniente de Venezuela o incluso cuando decidió enviar un delegado especial para el proceso de diálogos que adelanta el gobierno del presidente Santos con la guerrilla de las Farc en La Habana.

Los 250.000 millones de dólares que China prevé invertir en los próximos 10 años en la región según lo indicó el propio presidente de esa nación, Xi Jinping, claramente constituyen una amenaza a la posición que actualmente tiene Estados Unidos desde el punto de vista comercial en América Latina y el Caribe. Si ello sucede, para 2016 desplazaría a la Unión Europea como segundo socio comercial de la región, según lo indica un estudio realizado por Naciones Unidas. A ello habría que añadir el canal interoceánico que está financiando el gigante asiático en Nicaragua, que claramente competiría con el de Panamá y que sería fundamental para el crecimiento del comercio mundial de China.

Hoy, para Brasil, Chile y Perú, China constituye ya su primer socio comercial, mientras que para México, Argentina y Venezuela es el segundo. Para Ecuador y para Venezuela se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación de obras de infraestructura para el desarrollo a través de millonarios créditos. Y todo ello ha sucedido en parte por la desatención de Estados Unidos hacia la región latinoamericana y del Caribe durante los últimos años y por lo que algunos llaman ‘las políticas antiyanqui’ impulsadas por las naciones amigas del mal llamado ‘socialismo del siglo XXI’.

Este panorama debería conducir a la región a preguntarse cómo aprovechar, por una parte, ese gran mercado que ofrece China para los productos latinoamericanos y, por otra, la posibilidad de recibir la atención de una de las pocas economías que actualmente vuelve a tener indicadores positivos.

Por primera vez en su historia independiente, las naciones latinoamericanas y del Caribe deberán concentrar sus esfuerzos y pensarse como región para dilucidar cómo beneficiarse de la coyuntura y así lograr reintegrar a Cuba a la región y al mundo, salvar a los venezolanos del yugo del régimen autoritario y dictatorial restableciendo su democracia y su economía, e impulsar procesos de integración que permitan mantener las tasas de crecimiento de años anteriores pero buscando que ello contribuya a superar los problemas de pobreza y desigualdad social, como lo ha enfatizado el papa Francisco en su reciente misiva a los jefes de Estado latinoamericanos y caribeños.

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