Unraveling Racism

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Cinco mil policías y mil quinientos integrantes de la Guardia Nacional fueron necesarios para contener los violentos disturbios que tuvieron lugar a comienzos de semana en Baltimore (Estados Unidos).

El motivo de las protestas fue el deceso, mientras se encontraba bajo arresto policial, de Freddie Gray, un joven afroamericano de 25 años. Una película que este país ya vivió en agosto del año pasado, esta vez en Ferguson (Misuri), tras la muerte de Michael Brown, también afrodescendiente, después de un forcejeo con un policía.

Capítulos que están lejos de ser los únicos en una historia escrita toda en los últimos años, y de cuya lectura queda la sensación de que el trato igualitario del que este grupo poblacional hoy goza, luego de décadas de valiente lucha, pareciera no hacerse extensivo a la Policía.

Cuatro días más tarde, la agitación da muestras de haber mermado. Mas no la ansiedad por responder las preguntas que lo ocurrido deja, muchas ligadas a la paradoja de que todo esto suceda con un Presidente negro en la Casa Blanca.

Y es que si bien la segregación ha desaparecido en muchas esferas de la vida de la nación del norte, y cuando se asoma es objeto de una severa y merecida sanción social, sus fantasmas parecieran negarse a desaparecer. Estos rondan, por ejemplo, el ordenamiento urbano de muchas ciudades, donde todavía la población negra se concentra en lugares específicos en los que son más altos los indicadores de necesidades insatisfechas. También, los indicadores sociales. La tasa de pobreza entre los afroamericanos es del 28,1 por ciento, mientras que la de los blancos es cercana al 12 por ciento.

Pero sobre todo surgen al revisar las estadísticas del sistema penitenciario. Un estudio reciente, basado en datos del origen étnico de la población carcelaria, concluyó que las posibilidades que tiene un afroamericano de ser encarcelado son seis veces mayores que las de un blanco. Una investigadora, la abogada Michelle Alexander, ha demostrado que EE. UU. “encarcela a un mayor porcentaje de su población negra que Sudáfrica en el momento más intenso del apartheid”.

La llegada de Obama marcó un hito en el camino hacia la igualdad, pero cada vez es más claro que no fue el final de un largo camino.

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