LA DIFICIL REDENCION DE EDWARD SNOWDEN
Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana en el Senado, confirmó la pasada semana que es un mal perdedor. Tras la victoria de la llamada Acta de la Libertad, la iniciativa que el presidente Barack Obama convirtió en ley para regular los programas de espionaje en EU, McConnell compareció lívido por la derrota y aseguró que este triunfo es una victoria rotunda para (el ex analista de la CIA), Edward Snowden, y todos los que han conspirado en nuestra contra.
Durante varias semanas, McConnell hizo hasta lo imposible para conseguir el descarrilamiento de esta nueva legislación. Todo con el fin de asegurar la continuidad del Acta Patriota que permitía la recolección masiva e indiscriminada de las llamadas telefónicas sin el control de los poderes ejecutivo y judicial.
Las críticas de McConnell contra el Acta de la Libertad revelaron hasta qué punto un nutrido grupo de republicanos conservadores consideran que la nueva legislación que regirá los programas de espionaje “tiene las huellas” de Edward Snowden, un personaje sin el cual es imposible entender la más profunda reforma de las leyes que regulan los programas de espionaje desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
La sombra de Edward Snowden, que revoloteó durante casi dos años de intensas negociaciones en el Congreso para regular los programas de espionaje de la NSA, ha estado no sólo muy presente, sino que hoy anima un movimiento a favor de su repatriación para que reciba un juicio justo y el reconocimiento que se merece.
“Cualesquiera que sean los crímenes que cometió, Snowden ha iluminado el mundo para mejor. Merece un juicio que tenga en cuenta el bien que han hecho sus revelaciones y contrastarlo contra el supuesto daño que ha hecho a la seguridad nacional”, consideró Ronald Goldfarb, un veterano abogado que trabajó en el Departamento de Justicia durante la presidencia de John F. Kennedy.
Nada más enterarse de la promulgación de la nueva ley, que intentará meter en cintura a los programas de espionaje, Edward Snowden reaccionó desde su exilio en Rusia con un comentario publicado esta semana en las páginas de The New York Times:
“Aunque hemos recorrido un largo camino, el derecho a la intimidad – el fundamento de las libertades consagradas en la Declaración de Derechos Estados Unidos – permanece bajo amenaza”, advirtió Snowden en alusión a muchos de los servidores más populares de internet que se han plegado como socios en los programas de vigilancia de la NSA.
“Las empresas de tecnología están siendo presionados por los gobiernos de todo el mundo para trabajar en contra de sus clientes más que para ellos. Miles de millones de registros de localización de teléfonos celulares aún están siendo interceptadas sin tener en cuenta la culpabilidad o inocencia de los afectados”, señaló el ex analista de la CIA que sigue exiliado en Rusia.
A pesar de que hoy son muchos los que consideran que los ciudadanos de EU (y de todo el mundo) están en deuda con Edward Snowden, por haber tenido el valor de desenmascarar los programas ultra secretos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), también son muchos que le siguen considerando un traidor.
De hecho, el mismo presidente Barack Obama, que la pasada semana reconoció que las reformas al Acta Patriota eran necesarias y que consideraba sano mantener vivo el debate en torno a los programas de espionaje, es el mismo que se sigue negando a conceder clemencia a favor de un hombre que difícilmente puede ser considerado como un traidor y que la historia se encargará de poner en su lugar como uno de los más importantes defensores de los derechos y libertades en la historia de EU.
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