El tiroteo de ayer en Estados Unidos podría ser uno más de la larga lista de matanzas a tiros que ocurren habitualmente en ese país; sin embargo, se destaca peligrosamente de las demás. El presidente Barack Obama se percató y lo reflejó en su cara de preocupación.
A diferencia de masacres como las de Columbia o Connecticut, protagonizadas por adolescentes con problemas mentales derivados de las burlas de las que eran objeto por parte de sus compañeros de escuela, la matanza de ayer en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur), también a manos de un joven, ha tenido como móvil el odio racial.
Antes de abrir fuego contra los feligreses —matando a nueve, entre ellos el pastor metodista—, Dylann Roof dijo a sus víctimas por qué estaban sentenciadas a muerte: “He venido a matar negros. Tengo que hacerlo. Ustedes han violado a nuestras mujeres y están tomando nuestro país”.
Lo que dijo Roof es gravísimo y tan consciente era de su gravedad que dejó con vida a tres personas para que transmitieran al mundo este mensaje. ¿Cómo un joven blanco estadunidense, de apenas 21 años, ha llegado a envenenarse con un odio racial ancestral en pleno siglo XXI, al extremo de acribillar a sangre fría a personas de raza negra que estaban rezando?
No sólo es terrible, como subrayó Obama, que “una vez más, personas inocentes fueron asesinadas porque alguien que quería hacer daño no tuvo problemas en conseguir un arma”, sino que es muy grave que una parte de la población blanca —periodistas, políticos, policías y ciudadanos corrientes—le haya declarado la guerra a la minoría negra.
La respuesta, o al menos una de ellas, es, precisamente, que un sector de esa población blanca no acaba de digerir que el presidente de Estados Unidos sea un negro y siente que están “condenados” a vivir en un país multirracial, que amenaza la hegemonía de la que siempre han disfrutado. ¿Qué es eso de que “tengo que matarlos porque están tomando nuestro país”?.
Más allá de repetir, como ocurre tras una nueva matanza, la letanía de condenas por la falta de control en la venta de armas, habría que analizar en este casó por qué un joven blanco, que recibió de su orgulloso padre su primera arma cuando cumplió la mayoría de edad de 21 años, decidió abrazar el odio de los supremacistas blancos y decidió salir a matar a un templo frecuentado por negros, como ocurría en los años más oscuros de la segregación racial.
El trasfondo de toda esta tragedia es la incitación al odio permanente de canales como Fox News, que cuando se conoció la tragedia de Charleston prefirió insistir en el anuncio de que Donald Trump pretende llegar a la Casa Blanca denunciando, “como buen patriota”, que los inmigrantes mexicanos “son unos criminales y unos violadores”. También el asesino del templo grito eso de “negros violadores”. Así se forma el odio que luego se transforma en tragedia. Esperemos que cualquier perturbado mental no se dedique cualquier día de estos a acribillar a mexicanos sólo porque son unos “violadores”.
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