The Donald Trump Factor

<--

El peligro que representa Donald Trump, el circense empresario de bienes raíces que acaba de anunciar su candidatura a la Presidencia en Estados Unidos, no es que puede ganar las primarias del Partido Republicano. La amenaza es otra: que contamine las primarias de tal forma que haga imposible que prevalezca la sensatez sobre ciertos temas medulares del momento político y social que atraviesa ese país.

Su lanzamiento fue típico de él: estuvo caracterizado por el mal gusto (se jactó de tener unos 8 mil millones de dólares y ser “realmente muy rico”), la xenofobia (dijo que México envía gente relacionada con las drogas y el crimen además de violadores), el proteccionismo (acusó a los políticos de beneficiar a ese país) y el populismo (afirmó que todos los líderes estadounidenses son estúpidos).

Todo esto tiene un objetivo inmediato, que es ganar notoriedad instantánea en unas primarias donde hay ya mucha competencia por los reflectores, pues otros 11 candidatos, como se dice en inglés, han arrojado su sombrero a la pista. Si lo consigue, logrará colarse en el primer debate televisivo de los republicanos, programado para el 6 de agosto y para el cual las cadenas de televisión están tratando de hacer una poda de participantes. Como Trump es de por sí más conocido que muchos de los candidatos y algunas encuestas le confieren 5% de los votos, será difícil para los organizadores vetarlo. Una vez que entre a ese debate, Trump será un factor clave hasta el día en que se decida la nominación.

¿Importa mucho? Sí, porque su discurso populista, xenófobo y proteccionista obligará a los candidatos más razonables en estos temas a alejarse de sus posiciones (algo, por lo demás, que ya están viéndose obligados a hacer, por ejemplo oponiéndose al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica que Obama intenta sacar adelante). Jeb Bush y Marco Rubio, que encabezan los sondeos internos del Partido Republicano, se verán obligados a apartarse cada vez más de su discurso integrador y moderno sobre el tema migratorio.

La lucha por la base del partido, cuya visión es menos abierta y flexible en ciertos asuntos que la del resto del país, coloca a Trump en una situación desproporcionadamente ventajosa para modificar su orientación ideológica.

El riesgo que esto entraña para los candidatos más potables del republicanismo es que, en su afán por blindarse ante las acusaciones populistas, ellos se hagan inelegibles para el gran público. Hillary Clinton y sus (muy pocos) potenciales rivales en el Partido Demócrata deben estar salivando de excitación ante el curso de los acontecimientos en la trinchera opuesta.

¿Hay algún peligro aún mayor? ¿Que Trump pueda ganar las primarias, por ejemplo? Es muy improbable pero puede darse este escenario: que los republicanos le cierren las puertas y él se postule como independiente. Si tratara de reeditar el fenómeno “Ross Perot” de 1992, podría provocar lo mismo que produjo aquel empresario en la elección que Bill Clinton le ganó a Bush padre: restarle votos de derecha al republicano.

Otro peligro que comportaría esa candidatura independiente sería el de contaminar la elección nacional, obligando a Hillary Clinton (si es la nominada) y al candidato republicano a hacer gruesas concesiones en asuntos como la inmigración, China, el comercio internacional y otros puntos sensibles.

Uno quisiera creer que hay suficientes elementos lúdicos y hasta grotescos en el personaje como para que la primera potencia relegue rápidamente esa candidatura a su justo lugar: la anécdota. Pero los tiempos son muy raros y el público también en ese país está muy hastiado de sus políticos.

About this publication