What’s Going on in the US?

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Los dichos de Donald Trump sobre México, los inmigrantes, John McCain y asuntos fronterizos, entre otras cosas, han creado en EU un escándalo mediático en las primarias del partido Republicano; 16 precandidatos se han apuntado para competir por el honor a representar ese partido en la contienda presidencial de 2016. Tres se han apuntado para el partido Demócrata. El ambiente político y electoral se caldea.

Tomando en consideración pasadas elecciones, es posible prever algunos escenarios. El primero es que los poderes fácticos dentro de cada partido buscarán impulsar un candidato centrista, capaz de concitar la mayor cantidad de consensos posibles en el amplio espectro social de esa nación. No avalarán candidatos de las franjas ideológicas: repudiarán extremismos de izquierda y derecha. En ese escenario, es fácil imaginar una confrontación entre Hillary Clinton y Jeb Bush. Es decir, una elección donde se enfrentarán las dinastías de cierto abolengo de los dos partidos, que han ganado elecciones presidenciales en el pasado y cuentan con la capacidad de movilizar amplios recursos económicos y políticos.

Por otro lado, un dato que va a influir enormemente en el resultado final de la elección, y podría definir al ganador y perdedor, es cómo termina la gestión presidencial de Obama. A diferencia de otros presidentes, él ha tomado la decisión de terminar a tambor batiente. Su acuerdo con Irán, la normalización de relaciones con Cuba, el haber logrado que la Suprema Corte de Justicia le diera la razón en materia de derechos legales para homosexuales y lesbianas y su proyecto de salud universal, además de sus decisiones ejecutivas para legalizar a personas indocumentadas, y el mejoramiento del desempeño económico general del país, le ha dado un segundo aire importante para concluir su gestión con la popularidad al alza y, más importante, su influencia política en crecimiento. Los republicanos están teniendo cada día más problemas para encontrar los flanco débiles del Presidente saliente.

La influencia de Trump no puede soslayarse. Aparece ahora como el puntero en las encuestas, aunque pudiera ser un fenómeno coyuntural. Como en todas las economías desarrolladas, la estadunidense es un imán para personas del mundo menos desarrollado. La migración es un fenómeno global, como lo es también la reacción social en contra de la presencia de quienes son consideradas personas indeseadas e invasoras de los empleos cada vez más escasos. Él convoca a los sentimientos más primitivos de los estadunidenses: su miedo a lo desconocido y a la amenaza de inseguridad económica. Su campaña, hasta ahora muy exitosa, se basa en la denuncia del miedo. Esto lo convierte en un seguro candidato presidencial, pero no de los republicanos, sino como independiente, siguiendo los pasos de Ross Perot en 1992, cuando éste, también multimillonario, hizo una campaña que le facilitó a Clinton ganarle la presidencia a Bush. Algo parecido pudiera suceder ahora, especialmente si Trump se convierte en un candidato presidencial independiente, habida cuenta su acercamiento a Sarah Palin, del Tea Party.

Las incógnitas sobre la elección estadunidense y su desenlace son muchas. Lo cierto, sin embargo, es que el resultado tendrá efectos importantes en México. No estaría nada mal que México tuviera un embajador en Washington para dar seguimiento al proceso.

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