Kerry Falls Short in Cuba

OPD 18 Aug 2015 – Edited by Ashley Pinamonti

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WASHINGTON.- El secretario de Estado, John Kerry, merece un aplauso por decir que los derechos humanos serán una prioridad en las nuevas relaciones diplomáticas de Estados Unidos con Cuba, pero su decisión de no invitar a disidentes cubanos a la ceremonia de izamiento de la bandera en la embajada de Estados Unidos en La Habana fue, por decirlo suavemente, desconcertante.

Cuando entrevisté a Kerry la semana pasada en Washington, dos días antes de su viaje a Cuba, me dijo que “los derechos humanos, obviamente, están a la cabeza de nuestra agenda, entre las primeras cosas en que nos vamos a enfocar en nuestro trato directo con el gobierno cubano”. Me dijo incluso que planea discutir con Cuba una “especie de hoja de ruta” para una “total” normalización que al final del camino incluiría el levantamiento del embargo de Estados Unidos y pasos por parte de Cuba como permitir que los cubanos puedan “participar en un proceso democrático de elecciones”. Kerry reiteró estos temas en

La Habana, donde declaró que “el pueblo de Cuba estaría mejor servido con una auténtica democracia, donde las personas sean libres de elegir a sus líderes”.

Todo eso suena muy bien. Pero el hecho es que, en su visita a La Habana, Kerry no invitó a los disidentes cubanos a asistir junto con funcionarios de ese país a una ceremonia clave. En cambio, algunos opositores pacíficos sí fueron invitados a un evento posterior ese día mismo día a la tarde, en la residencia del encargado de negocios de los Estados Unidos en La Habana.

Cuando le pregunté a Kerry en la entrevista por qué no incluiría a los disidentes entre sus invitados a la embajada de Estados Unidos, el secretario de Estado minimizó la importancia de esa decisión. “En lugar de tener gente sentada en una silla, en una ceremonia que es fundamentalmente de gobierno a gobierno, con un espacio muy limitado, me reuniré con ellos… e intercambiaremos opiniones” por separado, me dijo.

Pero los críticos republicanos y varios grupos de derechos humanos dicen que el presidente Barack Obama cedió ante el régimen cubano, que se niega a participar en eventos diplomáticos a los que asistan opositores de ese país. En Cuba, la dictadura militar gobernante prohíbe los partidos políticos independientes y considera que todos los opositores son mercenarios.

Algunos líderes de la oposición que fueron invitados a la residencia del encargado de negocios se negaron a asistir. “No entendemos cómo el gobierno de los Estados Unidos acepta las condiciones de estos dictadores”, dijo Antonio González Rodiles, uno de los líderes disidentes que declinaron la invitación, en el sitio web de El Diario de Cuba.

Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, me dijo en una entrevista telefónica que el gobierno de Obama mantiene un “silencio cómplice” sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba.

Desde que el presidente de los Estados Unidos anunció el inicio de conversaciones de normalización el 17 de diciembre, se han registrado más de 3000 detenciones políticas en ese país, según grupos de derechos humanos.

Mi opinión: de todas las cosas que me dijo Kerry, hay una en la que estoy totalmente de acuerdo y es en que la política anterior estadounidense de aislar a Cuba no funcionó y en que era hora de probar algo nuevo. Por eso, cuando Obama anunció que iniciaría conversaciones para una normalización de las relaciones de ambos países y al mismo tiempo continuaría presionando por reformas democráticas, muchos de nosotros estuvimos de acuerdo. Vale la pena probar una política de dos carriles que normalice las relaciones con Cuba y al mismo tiempo apoye la causa de los derechos humanos.

Pero ahora me pregunto si la política de Obama hacia Cuba no se ha convertido en una estrategia de un solo carril. El viaje de Kerry a La Habana no aportó siquiera un avance simbólico en materia de derechos humanos e incluso dejó mal parada a la oposición interna de la isla.

¿Podría ser que Obama tuviera tantas ganas de visitar Cuba antes de que termine su mandato -para pasar a la historia como el presidente de los Estados Unidos que “abrió” Cuba, como Nixon “abrió” China- que está dispuesto a sacrificar la causa de los derechos humanos? ¿Podría ser que estuviera tan ansioso por una victoria en materia de política exterior -ante las dificultades en Siria, Irak e incluso Irán- que esté dispuesto a abandonar una larga política estadounidense de apoyo a los activistas por la democracia en ese país?

Ojalá me equivoque, pero el viaje de Kerry a Cuba fue una primera gran prueba de la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba y el gobierno de Obama no la aprobó.

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