Climate Support

<--

Con la determinación de reducir el actual nivel de emisiones de CO2 de EEUU en 32% a partir de 2030, Barack Obama sigue sorprendiendo al mundo con medidas que han puesto en entredicho el término de pato cojo, que se les endilga a los presidentes norteamericanos en su última etapa frente al poder, porque en esta época suelen perder influencia y capacidad de maniobra.

En efecto, a los aciertos en política internacional (el acercamiento diplomático con Cuba y el acuerdo nuclear alcanzado con Irán) se suman dos iniciativas en política interna igual de relevantes. Por un lado, la reforma del sistema penal estadounidense, en extremo discriminatorio y que mantiene tras las rejas al 25% de los reclusos de todo el mundo (la mayoría de ellos afrodescendientes y latinos), pese a que su población representa solamente el 5% en la demografía mundial. Y, por otro lado, la mencionada intención de limitar las emisiones de dióxido de carbono del segundo país más contaminante del planeta, un paso fundamental para la lucha contra el cambio climático.

Respecto a este último aspecto, no sobra recordar que Estados Unidos fue durante décadas el principal emisor de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera terrestre, y es por tanto el principal responsable del calentamiento global. Empero, en los últimos años China, que en 2012 generó 9.900 toneladas métricas (Tm) de CO2, según estimaciones del Centro Común de Investigación de la UE, le ha arrebatado ese triste sitial al país del norte, cuyas emisiones ese mismo año alcanzaron las 6.526 Tm de CO2 (en conjunto los países de la UE contribuyeron con 3.700 Tm de CO2).

Por tanto, el hecho de que por primera vez una administración estadounidense haya decidido limitar el nivel de sus emisiones constituye un paso trascendental para concretar un acuerdo mundial que sustituya al Protocolo de Kioto en la conferencia de París de 2015; ya que esta determinación servirá para que otras naciones como China, India, Rusia y Brasil también se comprometan en esta lucha contra el calentamiento global.

Y es que durante años estos y otros países emergentes se han negado a reducir, de manera obligatoria, la emisión de GEI, enunciando su derecho al desarrollo y a hacerlo en una escala mucho mayor a la de los países occidentales. Un argumento que no carece de peso, pero que sin embargo olvida convenientemente que este afán de progreso se sostiene gracias a la sobreexplotación de los recursos naturales, sistema que está provocando una crisis ecológica sin precedentes, que amenaza con destruir la forma de vida tal y como la conocemos. En este sentido, de efectivizarse el anuncio de Obama constituiría el principal aporte de su gestión en favor del planeta, ya que, como él mismo ha señalado, no existe un plan B contra el calentamiento global, que hoy por hoy constituye “la mayor amenaza” para el futuro de la humanidad.

About this publication