Paris Attacks and Immigration

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Una de las consecuencias de los ataques terroristas en París puede ser el fortalecimiento de las posturas antiinmigrantes en el mundo, incluso en Estados Unidos.

Y si bien es difícil aceptar que, como dice la controversial escritora protofascista Ann Coulter, los ataques influirán en favor de Donald Trump, lo cierto es que los atentados y su secuela pueden favorecer si no necesariamente al empresario de bienes raíces, sí a las posturas antiinmigrantes.

Y para bien o para mal, ésas siempre han estado presentes en Estados Unidos, que tiene un ethos (costumbres y conductas) que roza en la esquizofrenia y la paranoia.

De hecho, las actitudes contra migrantes distintos, esto es no iguales a los que ya están en el lugar, se pueden trazar incluso a la era colonial inglesa.

“Pocos de sus hijos en el país aprenden inglés… los letreros en nuestras calles tienen inscripciones en (dos) idiomas… a menos que la corriente de su importación sea cerrada pronto nos superarán tanto en número que no seremos capaces de preservar nuestro lenguaje y hasta nuestro gobierno será precario”.

La cita no es de Donald Trump o alguno de sus seguidores ni se refiere a mexicanos o latinos. Es un escrito de 1753 firmado por Benjamin Franklin para quejarse de la enorme llegada de inmigrantes, sucios y zafios inmigrantes alemanes.

La diferencia, claro, es que Franklin avanzó en su forma de pensar y 20 años después fue uno de los creadores de los documentos que llevaron a la Declaración de Independencia de Estados Unidos.

Es más que difícil pensar en Trump de otra forma que como una máquina de desvergonzada autopromoción y aprovechamiento de herramientas legales para enriquecerse, pero la verdad es que, para bien o para mal, lo que dice representa la forma de pensar de un grupo.

Y ese grupo ve el atentado de París, cometido por refugiados e inmigrantes con la colaboración de algunos radicales domésticos, como una confirmación de sus temores de que los migrantes, especialmente indocumentados, pueden ser un peligro para su país. Y aunque en la inmensa mayoría de las veces los presuntos extremistas o terroristas llegaron a territorio estadunidense con visas legales, es más fácil enfocarse sobre la frontera sur: representa un blanco real.

No hay nada que México ni el gobierno mexicano puedan hacer en ese sentido. Se trata de actitudes integradas en la sique estadunidense, aunque no de todos ni de la mayoría de los estadunidenses.

Y en realidad no importa si se toman medidas exageradas para evitar la entrada de posibles extremistas árabes o de donde sea, ni la intercepción de carretadas de migrantes centroamericanos ni si el gobierno convierte al país en ejecutor de una política estadunidense.

El racismo fue derrotado en 1865 en Estados Unidos durante una guerra civil y vuelto a derrotar cien años después en un movimiento de derechos civiles, pero sigue vivo y ahora se refleja en actitudes migratorias.

En ese marco es importante que el ahora embajador de México en Washington, Miguel Basáñez, sea un experto en temas de imagen y opinión pública. Y aunque los milagros no se dan en la política, su trabajo puede tal vez ayudar a poner bases para un cambio de actitudes.

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