There Are No Excuses for Bombing a Hospital

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El ataque de un avión del ejército de Estados Unidos contra el hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la ciudad de Kunduz constituye una gravísima violación del Derecho Internacional Humanitario. Nada puede excusar la violencia contra pacientes, personal sanitario y estructuras médicas. Incluso la guerra tiene reglas.

El pasado sábado 3 de octubre, un avión del ejército de Estados Unidos bombardeó de manera precisa y repetida el hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la ciudad de Kunduz, en el noreste de Afganistán, provocando la mayor pérdida de vidas humanas por un ataque aéreo en la historia de nuestra organización.

Treinta personas perdieron la vida: al menos 13 trabajadores de MSF y 10 pacientes (entre los que había 3 niños), muchos de ellos calcinados en sus camas. Otro trabajador y dos pacientes se presumen muertos, 37 personas fueron heridas y otros siete cuerpos encontrados en el hospital han sido imposibles de identificar.

Los bombardeos siguieron durante más de media hora, aun cuando nuestros colegas informaron a las fuerzas de los Estados Unidos, en Washington, y de Afganistán, en Kabul, que el hospital estaba siendo atacado. Ambas partes conocían las coordenadas GPS con la ubicación del centro de urgencias, que se encontraba en ese momento en pleno funcionamiento, con 105 pacientes y más de 80 trabajadores de MSF.

El Gobierno de Estados Unidos admitió días después que fueron ellos quienes perpetraron el ataque, minimizando el bombardeo como un “daño colateral” y cambiando varias veces de versión respecto a las razones del mismo.

Nada puede excusar la violencia contra pacientes, personal sanitario y estructuras médicas. Los hechos y las circunstancias de esta gravísima violación del Derecho Internacional Humanitario son inadmisibles y deben ser investigados de forma independiente e imparcial, más aún tras las inconsistencias en las explicaciones sobre lo ocurrido. Hemos sufrido otros ataques en el pasado, pero este ha marcado un antes y un después. Está en juego el futuro de la asistencia médica a las poblaciones atrapadas en medio de conflictos armados. Hoy tenemos que lamentar además que 300.000 personas quedaron sin acceso a asistencia sanitaria cuando más la necesitan.

El Presidente estadounidense, Barack Obama, ofreció personalmente sus disculpas. Pero eso sólo no alcanza. Necesitamos que se respeten las Convenciones de Ginebra. Queremos saber qué pasó, y aún más importante, por qué. Necesitamos respuestas. No podemos confiar únicamente en las investigaciones abiertas por las partes implicadas en el conflicto. Exigimos una investigación independiente. No sólo para nosotros, sino para todo el personal médico y humanitario que asiste a víctimas de conflictos en cualquier parte del mundo. No se puede bombardear un hospital. Incluso la guerra tiene reglas.

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