Racism, Discrimination and Intolerance

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Racismo, discriminación e intolerancia

Pasaron más de 20 años para que visitara nuevamente los Estados Unidos, y esta vez por diversas razones, entre ellas, dedicar un tiempo para escribir e investigar acerca de la importancia de la mujer afro en la creación de las naciones indoamericanas. En noviembre recibí la invitación de Juan Jiménez Mayor, delegado permanente del Perú ante la Organización de los Estados Americanos, con el fin de representar a nuestro país ante la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo Permanente de la OEA.

Allí debía exponer sobre Racismo, discriminación e intolerancia: las acciones prioritarias por emprender para revertir esa herencia. Como parte del discurso, expuse lo siguiente: “Hoy al abrirse la puerta del avión a mi llegada a suelo americano, un cruce de miradas y una sonrisa asolapada con un trabajador afroamericano me estremeció el corazón, recordándome el viaje de mis ancestros a esta parte del hemisferio. Pero en la conexión a Washington, desde Miami, me tocó en la misma fila, justo a mi lado, una mujer blanca que inmediatamente mostró su intolerancia racial. En ese instante recordé mi misión, el motivo de mi viaje y la ponencia que se me había encargado. Entonces decidí cambiar mi discurso definiendo el significado de los términos en mención: intolerancia, segregación y racismo.

“En primer lugar, la intolerancia es la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo, en sentido social o político, se define como la no aceptación a puntos de vista, costumbres y/o tradiciones de otras personas, grupos, comunidades, regiones, países, razas o etnias, llegando muchas veces a la agresión. En cuanto a segregación, es la acción de establecer diferencias que atentan contra la igualdad, ya que implica un posicionamiento jerarquizado entre grupos sociales, es decir, cuando se erige un grupo con más legitimidad o poder que el resto, amparado en diferencias raciales, políticas y/o religiosas”.

“Para mí, este es el punto de quiebre y la línea delgada que nos separa tenuemente del racismo que se define como toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, que tiene por resultado anular o menoscabar el reconocimiento en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales de todo ser humano. Por tanto, llegamos a la conclusión que estos tres términos en su forma conceptual tienen el mismo valor, convirtiéndose en una trilogía a la que, sin duda, debemos atacar”.

Culminada la exposición, inmediatamente me tocó respaldar la propuesta de establecer un grupo de trabajo que elabore el plan de acción sobre el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, para el cual Perú avalaba la posición de Colombia frente a las tareas por emprender. Un fuerte golpe de martillo dio por aceptada la propuesta de crear esta comisión presidida por el hermano país de Colombia. En este marco, es importante destacar parte de la introducción del plan de acción propuesto por los colombianos:

“Según datos del Banco Mundial, la población afrodescendiente en América Latina y el Caribe está conformada por más de 150 millones de personas: aproximadamente el 30% de la población total, y se encuentra entre los grupos más pobres del continente; esta cifra no incluye los más de 40 millones de afrodescendientes en Norteamérica. Los estudios elaborados revelan que la raza y la etnicidad son factores integrales en la medida de la exclusión social y la pobreza a la que se enfrentan los afrodescendientes.Asimismo, es fundamental resaltar que no obstante un crecimiento económico sólido en la región, se estima que siguen experimentando niveles desproporcionados de pobreza, exclusión social y discriminación en todos los niveles. Aproximadamente el 80% de los afrodescendientes en América Latina y el Caribe ganan menos de 2 dólares por día, lo cual representa una proporción excesiva de los pobres de la región. Es más probable que el ciudadano promedio en la región que nace en los barrios pobres reciba una educación de baja calidad, se enfrente a mayores dificultades para entrar y permanecer en la fuerza de trabajo, gane un salario por debajo del promedio, sea afectado por actividades violentas y criminales, sea subrrepresentado en la vida política nacional, reciba una menor cobertura en los sistemas formales de pensiones cuando se jubila y muera más joven”.

Sin duda, 2015 ha marcado cambios significativos en el trabajo por los derechos de los afrodescendientes y en la continuidad de las acciones contra la discriminación racial. En el caso del Perú, la labor de Juan Jiménez Mayor ha resultado significativa en este tema.

“Sin duda, 2015 ha marcado cambios en el trabajo por los derechos de los afrodescendientes”.

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