Los acontecimientos últimos en EUA apuntan a que en el mediano plazo se acentuarán los enfrentamientos socio-raciales. Ello sería perturbador para esta potencia.
Por muchos años los EUA han vivido aferrados a la idea de la supremacía blanca (término distorsionado por algunos etnólogos que creen que solo los anglosajones son blancos). Pero luego de la terminación del esclavismo formal (1865), nuevos grupos étnicos se han ido sumando a esa gran corriente poblacional: negros y asiáticos (los latinos no son una raza; son una agregación heterogénea).
Esa idea se pone de manifiesto en las prédicas políticas del candidato republicano Donald Trump, quien abiertamente va contra todo lo que no sea de la corriente predominante (o la mainstream). Y esto presagia peligros, pues el lenguaje de Trump, probablemente, fuerce a quienes no se identifican con él a elegir a Bernie Sanders, como alternativa de resguardo.
Los estadounidenses estarían en un dilema: optar por Trump (un candidato con mucho orgullo chauvinista desenfrenado que pregona opiniones conflictivas a ultranza), o escoger a alguien que siendo blanco y judío, pretende vender la idea del socialismo en el país más capitalista del mundo.
La minoría negra, aunque no ha sido atacada por Trump, obviamente, no creo que comulgue con las ideas del candidato republicano. A no ser que la señorita Condolezza Rice (afro-descendiente de mucha educación e intelectualidad) muestre su altivez y se asome a cualquier evento político donde el señor Trump le alabe.
Los EUA a finales del siglo XVIII tenían tantos germanos en su asamblea legislativa que estuvieron a un voto de decidir que el alemán fuera la lengua oficial de la nueva república. Entonces integrada, mayoritariamente, por descendientes de escoceses, alemanes, y holandeses.
Hoy-día el stablishment de Washington es reacio a optar por el español, siquiera, como segunda lengua, a pesar de su crecimiento, importancia y extensión.
Y luego de la guerra con Gran Bretaña en 1812, Washington y Londres se reconciliaron y reconocieron sus ideales compartidos, y diferencias en cuanto a la forma de Estado: Gran Bretaña, reino; E.U., república.
¡Cuánto les costó a muchos norteamericanos aceptar que los afro-descendientes eran también ciudadanos! ¡Y les llevó otros cien años reconocerles sus plenos derechos!
Me atrevo a decir que, a mediano plazo, un cisma socio-racial enfrentará a los estadounidenses. La tendencia estadística refuerza esta apreciación: las minorías serán mayoría; la mayoría, minoría.
¿Se dará vuelta el pancake? Y ahora los blancos empezarán a protestar por sentirse amenazados (Trump en sí encarna una forma de protesta). Todo se agudiza al ver que ya las opciones políticas incluyen a minorías empoderadas: cubanos, negros e hindúes ―(caso de Bobby Jindal, exgobernador de Luisiana; brevemente candidato republicano.
Pregunto: ¿La fórmula de la democracia necesita revisión? ¿Esa amenaza de los grupos ya mencionados conllevará a ajustar los procesos electorales y ajustar el viejo esquema bipartidista? ¿EUA va camino a convertirse en una nación mestiza?
¡Se corre el riesgo de que la sociedad norteamericana se fraccione y entre en una revuelta…! ¿Impensable?
¿Quién está inmune?
Luego de la globalización del ideal democrático, en1989, se han revelado desajustes y debilidades de varios conceptos occidentales predominantes.
Australia, Alemania y Francia viven esos procesos desconcertantes de amalgamación social-racial. Pero sus líderes más tolerantes están resignados a los desafíos de la heterogeneidad.
¿Qué pasará con Mongolia, las Coreas, Japón, naciones bastante reacias a mezclarse con foráneos?
EUA atraviesa una crisis externa de liderazgo. Merkel y Putin tienen mayor incidencia global que la Casa Blanca. En mucho, debido a la moderación de Obama. Pero ello merma el orgullo de Washington que inventó la gendarmería marina, el hollywoodismo supermánico y el center-staging (ser centro del escenario).
¿Mal de potencias o un exhibicionismo que la Roma imperial habría querido?
Internamente, EUA también está en crisis. Si en la contienda presidencial se enfrentan Sanders y Trump, nada será igual. Ello está motivado por el desbalance de la composición social-racial. Sus efectos se ven en la apropiación masiva, antes-impensable, de todas las herramientas democráticas ―hoy impulsadas y esgrimidas por nuevos electores que están cambiando las propuestas de los padres fundadores: Washington, Franklin, Hamilton y Jefferson. Ellos sentaron las bases ―más con inteligencia filosófica y olfato patriota que con previsión a largo plazo― de una república de europeo-descendientes, y libertades sustentadoras de los ideales de tales ciudadanos.
El establishment de Washington defenderá sus intereses. Y lo hará a cualquier costo.
¿Cambiará la idea del *crisol racial (Melting pot) o los estadounidenses se ajustarán a la nueva demografía?
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