Donald’s Media Trap

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MIAMI.- Hay pánico en el establecimiento conservador de Estados Unidos.

El insolente hombre de cara anaranjada, con pelo amarillo, se ha convertido en el candidato que podría ganar la nominación del partido republicano y, de esa manera, ser el adversario de quien elijan los demócratas.

Las votaciones en el estado de Nevada (cuarta etapa de un largo proceso de selección de los dos candidatos, demócrata y republicano, que competirán por la Casa Blanca) mostraron que este hombre, detestado por la comunidad latina como lo reveló la más reciente encuesta de Univision y The Washington Post (ocho de cada diez hispanos rechazan al magnate inmobiliario), puede llegar a tener un apoyo por encima del 40 por ciento del electorado conservador y cogerle una ventaja de más de veinte puntos a su más inmediato contendor.

El desconcierto crece cuando en la Florida Trump logra también una amplia ventaja sobre uno de sus oponentes, el senador cubanoamericano Marco Rubio, nacido en ese estado y quien ya recibió el apoyo de toda la bancada republicana del llamado “Estado del Sol” en Washington. Nadie se imaginó que ese personaje circense, sin sustancia, protagonista de un popular “reality show”, poseedor de un miedoso talento para autopromocionarse, podría calar tan hondo en un importante sector de la sociedad estadounidense. Ahora, con la rabia y la decepción como brújula, esa peligrosa coalición ha decidido apostar por una carta autoritaria y xenófoba, basada en un diagnóstico delirante, poco afincado en la realidad y, por el contrario, resultado de siete años de una deliberada política obstruccionista, contra el gobierno de Barack Obama, por parte de ese mismo establecimiento republicano que, sin proponérselo, produjo las condiciones para que este multimillonario se dé el lujo de jugar con la democracia estadounidense y, además, con los poderosos medios de comunicación gringos.

La trampa mediática, tendida por el estrambótico personaje de Nueva York, ha sido imposible de evitar. Las provocaciones e insultos de este patán han sido centuplicadas porque, en sí mismas, se convierten en un enorme gancho de audiencia. El escándalo vende. Su “exposición” en los medios se ha mantenido estable, y la renueva con la última barbaridad que se le ocurra.

Lo que les gusta ver a los seguidores de Trump es que él es un “líder” firme, sin dueños, que habla duro, sin filtros de ninguna clase, y no se deja de nadie. Esa es la imagen que ha proyectado en los diversos debates, patrocinados por las grandes cadenas de televisión, y poco importa si lo que dice es verdad o mentira. Lo impresionante es que ahora, con cinco candidatos sobrevivientes en el lado republicano, y con el agua al cuello porque Trump podría ganar en estados clave, han decidido – de pronto demasiado tarde- atacar al histrión en sus flancos más vulnerables: sus planes gaseosos, absurdos, el haber sido un donante, durante varios años, de campañas demócratas y republicanas, y tener en su archivo ideológico opiniones políticas “progresistas”, que no representan los valores conservadores.

Lo concreto, por supuesto, es que los líderes republicanos tradicionales están escandalizados porque podrían verse ad portas de una nueva derrota. De pronto se les montó un megalómano, al que subestimaron al principio y, por consiguiente, no enfrentaron con claridad. Además, el mismo comité nacional republicano permitió una explosión de candidatos, de la cual se aprovechó Trump. Ahora es claro que mientras sigan cinco de ellos en la contienda, el animador de “reality shows” es imparable. Necesitan decantarse en dos, para que se le pueda ver de verdad el cobre al payaso.

El hombre es un mentiroso, pero sabe manejar su marca y en esto ha sido coherente a rabiar: llega a todas partes en su portentoso avión privado, como si fuera el presidente de Estados Unidos en la sombra. Lo sigue un ejército de guardaespaldas (tanto del servicio secreto como de su propia seguridad privada) y se enorgullece de ser un multimillonario dueño de empresas supuestamente exitosas.

La pregunta que se hace el mundo académico y algunos de los analistas más serios de este país es hasta dónde podrá llegar el daño que le ha hecho Donald Trump al sistema político gringo. Falta ver si, para desgracia del mundo, corona la Casa Blanca.

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