La situación política que hoy reflejan las elecciones primarias de los EE.UU. hay que buscarla en el rechazo de una buena parte del electorado hacia el stablishment político, el cual no ofrece soluciones a las inquietudes de los electores. El cansancio con la forma tradicional de hacer política es evidente y se refleja en los apoyos que han recibido Donald Trump y Bernie Sanders.
El hecho de que dos candidatos con los mensajes más radicales tengan un grado de popularidad tan elevado a estas alturas, indica la fatiga del electorado con la clase política tradicional de los EE.UU. a esto tendríamos que sumarle el papel de los EE.UU. en el mundo de hoy, es decir, su liderazgo global no es el de otros tiempos. Las encuestas refieren que cuando se les pregunta a los ciudadanos si el país está en declive, entre el 60% y el 70% de los estadounidenses responden afirmativamente.
Analistas sostienen que los EE.UU. mantienen la primacía militar en el mundo, pero sin embargo, señalan inquietud por el aumento del presupuesto en defensa de China, mientras que paralelamente cae el presupuesto del Pentágono. De la misma manera apuntan que los EE.UU. reaccionan positivamente ante los embates de la crisis económica internacional, es así como a pesar de que el modelo de las ventajas comparativas de David Ricardo en el comercio internacional, favorece preferiblemente a China, los EE.UU. continúan siendo el país en el mundo con el mayor poder creativo en el campo tecnológico, es decir, los EE.UU. mantienen la capacidad de modificar la función de producción y las demandas de consumo. Esta habilidad para innovar, es una de las variables que le ha permitido a los EE.UU. salir de la recesión aun cuando algunos analistas han señalado, que ha sido un crecimiento sin empleo.
En este contexto Donald Trump y Bernie Sanders, dos candidatos ajenos al “aparato” de sus partidos con mensajes radicales, recogen el descontento de la gente con el stablishment político de los EE.UU. lo cual le da un carácter excepcional a estas primarias. Es así como vemos que en el partido Republicano los estrategas de las candidaturas de los otros aspirantes del partido distintos a Ronald Trump, no pudieron frenar la capacidad de comunicación y el discurso visceral, estrambótico y emotivo de este último, que con un mensaje de identidad xenófoba marcada por el racismo de la tradición esclavista antiinmigrante de un país donde existe importantes zonas profundamente racistas logro imponerse sobre
Jeb Bush, Marco Rubio, Ted Cruz, Carly Fiorina la única mujer entre los candidatos republicanos, John Kasich gobernador de Ohio, Scott Walker, entre otros.
Mientras esto es lo que ocurre en el partido Republicano, en el partido Demócrata Hillary Clinton mantiene ventaja sobre Barnie Sanders, pero a pesar de esta ventaja, Sanders ha sido un sorprendente competidor, amén de que algunas encuestas dan a Sanders como un competidor más fuerte frente a Trump que Hillary Clinton. Sería interesante evaluar esta ventaja de Hillary Clinton sin la presencia de los superdelegados, figura surgida a principios de los ochenta cuando el partido Demócrata decidió revisar sus reglas y revaluar el proceso de las primarias en un contexto de larga disputa, en torno entre el entonces Presidente Jimmy Carter y el Senador por Massachusett Ted Kennedy.
Bernie Sanders se ha caracterizado por su posición crítica como senador del Congreso de los EE.UU. desde que fue electo en el 2006 y reelegido en el 2012 con el 75% de los votos. Sanders se ha opuesto a la intervención en Irak ocurrida en la administración de George W. Bush, al igual que a la rebaja impositiva a los multimillonarios y las grandes corporaciones, así como al auxilio por parte del Estado a la quiebra de instituciones financieras.
Sanders se ha atrevido a cuestionar la política de los EE.UU. respecto a Israel, es así como en un debate en Nueva York con Hillary Clinton dijo sobre el ataque de Israel sobre Gaza lo siguiente: “Si me pregunta si fue un ataque desproporcionado, como se lo preguntaron muchas personas en todo el mundo, le diré que lo fue”. Dijo igualmente en este debate realizado el 16 de abril de 2016 “que no habrá paz en el Medio Oriente, hasta que los EE.UU. no juegue su papel de forma imparcial. Si queremos que haya paz allí, tendremos que tratar al pueblo palestino con respeto y dignidad (…)“Llega un momento en que si nuestro objetivo es la justicia y la paz, vamos a tener que decir que Netanyahu no tiene la razón siempre”.
Por todo lo anteriormente anotado Bernie Sanders, es un candidato inusual en la política norteamericana. El problema estriba es que esta discusión política se da en un momento donde los EE.UU. está viviendo importantes tensiones sociales tales como: una situación de desempleo importante que llegó en mayo de 2015 al 5,5% a pesar de crecimiento interno de su economía sin crecimiento del empleo, con la deuda más alta del mundo 60 billones de dólares, “De acuerdo a los datos de la Reserva Federal en diciembre de 2013 Estados Unidos acumulaba 59,4 billones de dólares de deuda, incluido 17 billones de dólares en deuda pública, con esta cifra, Estados Unidos contribuye a más de la cuarta parte de la carga mundial de la deuda que se estima en 240 billones de dólares” (www.elblogsalmon.com). Los EE.UU. es uno de los países desarrollados del mundo con la mayor inequidad del ingreso, en abril de 2013 la riqueza se incrementó para los más ricos y cayó para el resto de la población; en el 2011, 27.ooo dólares era la diferencia de ingresos entre blancos y negros, en el 2012 46,5 millones vivían en la pobreza (BBC-28 de enero 2014), todo esto a pesar de la recuperación de la economía que se inició en el 2012, al mismo tiempo mantiene un ejército sobredimensionado y un deterioro importante de su infraestructura. Todo esto conspira para que a los EE.UU. se le haga más difícil controlar la dinámica política y económica del mundo.
Es en este cuadro preocupante que en mi criterio, habría que evaluar, el apoyo que han recibido las candidaturas de Donald Trump y Bernie Sanders, pues, más allá de que triunfen o no, nos revela la preocupante situación política por la que atraviesa los EE.UU. ante una realidad Geopolítica y Geoestratégica mundial muy compleja.
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