Change for the Sake of Change

Published in El Universal
(Venezuela) on 29 June 2016
by Jose Antonio Gamez E. (link to originallink to original)
Translated from by Tristan Franz. Edited by Shelby Stillwell.
"All the empires and the kingdoms have failed, because of this inherent and continual weakness, that they were founded by strong men and upon strong men. But this one thing, the historic Christian Church, was founded on a weak man, and for that reason it is indestructible. For no chain is stronger than its weakest link.” (G.K. Chesteron)

One has to admire but also feel a bit ashamed by the way North American newscasters try to comprehend, justify or just make sense of the Trump phenomenon. Clearly, it is unpleasant to watch the declarations made by the now candidate to the presidency of the U.S. This style of arrogance and unbridled cockiness always causes rejection and distrust among people on this side of the world. His anti-establishment rhetoric has reached a noisy, obnoxious volume and it seems the journalists covering the presidential race can only capture reactions of viewers in search of some kind of explanation. It is analogous to our own [Venezuela's] reaction: "How did we get here? Where did we lose our way?" and "What a pain this guy is."

Political experts use many theories to analyze the success that Trump has had so far. It's clear that the current level of attention is a consequence of his campaign being so underestimated at the start of the Republican primaries. But while the arguments for his success are many, they all center around the fact that the public are fed up with conventional politics and institutions. The anti-partisan discourse is fundamental to understanding current political leadership. Disenchantment with politics is common among business leaders and the admiration for strong, independent, practical leadership is another factor that unifies the New Yorker's followers.

Criticisms of Trump's message are concerned with either political correctness or deception of voters. As we've seen in every other election, emotions play an important role. It's not so much what you say, but how you say it. Few people ever wonder about what they don't hear and why they don't hear it. The businessman's direct rhetoric carries a supra-existential value for a good number of Americans. What he says doesn't matter even to his opponents, it's just the way he says it. His style may be hard to watch, but it clearly strikes a nerve and makes its mark. It also seems to generate a sense of loyalty to his following that he stands firm in his convictions. And it doesn't matter that those convictions contradict an important part of the American dream.

Followers of Trump and Obama do have one thing in common: the idea of change. Obama's promise for change, the "Yes we can," was the cohesive element in both of his campaigns. And although the political establishment in the giant to the north may not recognize it, Obama may have actually paved the way for Trump. How? Nobody has worked harder in financing people's values and opinions than the current president of the U.S.

With Clinton's campaign now fully established, we can expect an onslaught of attacks against the Republican candidate. However, what we've seen in the past two presidential terms tells us that a lack of any real content or plan, combined with a huge media hype and constantly changing, obliging political views will continue to convince many gullible voters that the pragmatic "tough guy" is a better choice. Throughout history, particularly in times of decline, the idea of a proverbial lifeboat appeals more strongly to people's emotions. In this case, many are predicting that the lifeboat doesn't float, but is dense enough to sink an entire political system.

The Republican candidate won't have it easy facing the now veteran candidate Hillary Clinton, especially when we consider the way minority voters in the U.S. reject populist, nationalist discourse. Nevertheless, the seeds for that discourse have been planted for almost a decade now, seeds that grow fractures and ruptures and put to the test a country's institutions. We'll watch from here and see just how much moral and institutional willpower the empire has left. Change for the sake of change, or weak for strong.


“Todos los imperios y los reinos han caído, a causa de su debilidad inherente y continua, pues los fundaron hombres fuertes, sobre otros hombres fuertes. Pero esa otra cosa, la Iglesia cristiana histórica, se fundó sobre un hombre débil, y por eso es indestructible. Pues no hay cadena que sea más fuerte que el más débil de sus eslabones” . (G.K. Chesterton).

¿Tienes algo que decir?
Inicia la conversación y sé el primero en comentar.
Causa admiración y hasta un poco de lástima ver a los presentadores, comentaristas y narradores de los canales de noticias norteamericanos, tratando de comprender, dar razón o justificar el fenómeno Trump. No cabe duda que es bastante desagradable ver las declaraciones y las ruedas de prensa, del ahora candidato a la presidencia de Estados Unidos. El estilo de prepotencia y el triunfalismo desbordado, siempre causa rechazo y desconfianza en los habitantes de este lado del mundo. La retórica antisistema ha alcanzado con Trump un tono descarado y un volumen ruidoso. Parece que los encargados de dar cobertura periodística a la carrera presidencial por la Casa Blanca, captan la reacción de los telespectadores y procuran algún tipo de justificación. Es la reacción análoga de nuestro: ¿Y cómo llegamos a este punto? ¿Dónde perdimos el rumbo? Cuando no: “qué pena con ese señor”.

Son muchas las teorías que los comunicadores políticos utilizan para analizar el éxito que, hasta el momento, ha tenido el Sr. Trump. Es evidente que tanto interés actual, es consecuencia de la subestimación que sufrió la candidatura Trump al comienzo de las primarias republicanas. Aunque son muy amplios los argumentos utilizados, hay una base común que sustentan la corriente de la antipolítica y el desgaste institucional. El discurso antipartidos, es parte fundamental de esta forma de ver el liderazgo político. El desencanto por la política es lugar común entre los adeptos al empresario. La admiración por el liderazgo fuerte, independiente y práctico es otro rasgo que unifica a los seguidores del neoyorquino.

Los juicios sobre el mensaje de Trump basculan entre, si son políticamente correctos o si se identifican con las decepciones de los votantes. Como sucede en gran parte de la evaluación de una oferta electoral, hay mucho de valoración emocional, no tanto de lo que dice, sino de cómo lo dice. Muy pocos se preguntan sobre lo que calla y por qué. La retórica directa del hombre de negocios, tiene un valor supra existencial para un buen número de norteamericanos. De cualquier forma, tampoco para sus detractores importa lo que dice; sino cómo lo dice. No se puede dudar del estilo del candidato, que es bastante pesado. Sin embargo, es evidente que gusta, que tiene pegada, que es reconocido. No da lugar a la indiferencia. Además, parece que genera un sentido de lealtad, de seguimiento al que es firme en sus convicciones. No importa que esas convicciones de alguna manera contradigan una porción importante del ideario del “american dream”.

Existe una idea puente entre los seguidores de Trump y los electores de Obama: la idea del cambio. No hay duda que sumado al voto por el afroamericano, la promesa de cambio, el “Yes we can”, fue elemento aglutinador en las dos campañas de Obama. Y aunque todo el sistema establecido de seguimiento de la política en el gigante del norte no lo reconozca, uno queda con la impresión de que Obama le preparó el terreno a Trump ¿La tesis? Nadie ha trabajado más por Trump a nivel de afianzar valores y elementos de juicio, como lo ha hecho el actual presidente norteamericano.

Seguramente, a partir de la definición de la candidatura de Clinton, vendrán toda una serie de ataques y deslindes respecto al candidato republicano. Sin embargo, los hechos acumulados durante dos periodos presidenciales apuntan a que el vacío de contenidos de fondo, la gran exposición mediática y la convicción política acomodaticia son elementos que seguirán convenciendo a muchos incautos, de que el “hombre fuerte” y pragmático resulta la mejor elección. En todos los pueblos de todas las épocas, y muy especialmente en los momentos decadentes, se apela por la “tabla de salvación”. En este caso, muchos vaticinan que esa tabla no flota, sino que pesa con una densidad que puede llevar hasta el fondo, todo un sistema político.

El candidato republicano no lo tendrá nada fácil, al enfrentar a la ya veterana candidata Hillary Clinton. Mucho más, si tenemos en cuenta los niveles de rechazo que origina el discurso populista y nacionalista, entre las grandes minorías de votantes norteamericanos. Sin embargo, el terreno para su discurso ha sido abonado, por sus ahora contrincantes, durante casi una década. Ese tipo de siembra suele originar quiebres y rupturas, que ponen a prueba los sistemas y las instituciones. Nos tocará apreciar desde ahora, hasta qué punto existen reservas institucionales y morales, dentro de la política del imperio. Cambio por cambio, o débil por fuerte.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link .

Hot this week

Topics

Poland: Meloni in the White House. Has Trump Forgotten Poland?*

Germany: US Companies in Tariff Crisis: Planning Impossible, Price Increases Necessary

Japan: US Administration Losing Credibility 3 Months into Policy of Threats

Mauritius: Could Trump Be Leading the World into Recession?

India: World in Flux: India Must See Bigger Trade Picture

Palestine: US vs. Ansarallah: Will Trump Launch a Ground War in Yemen for Israel?

Ukraine: Trump Faces Uneasy Choices on Russia’s War as His ‘Compromise Strategy’ Is Failing

Related Articles

China: White House Peddling Snake Oil as Medicine

Venezuela: Geopolitics and Latin America

Venezuela: Oil Sanctions: Why the US Will Lose More Than Venezuela

Germany: Donald Trump’s Constant Lawbreaking: Destruction of Seemingly Strong Democracy