Trump’s Worst Seven Minutes

<--

Acostumbrado desde que nació a vivir en el privilegio y los caprichos, a que las cosas resulten como él quiere, los últimos días deben haber sido para Donald Trump los peores no sólo de su candidatura sino de su existencia. Las encuestas por primera vez ponen a Hillary muy por arriba de él, los mismos republicanos están desertando su campaña en masas y todo gracias a siete minutos de un discurso en su contra pronunciado por Khizr Khan, un inmigrante de Pakistán invitado por los demócratas para hablar en su convención.

Y es que con sus palabras, elocuentes y apasionadas, este abogado de 66 años regañó a Trump como nunca antes alguien lo había hecho. Con su esposa Ghazala a un lado, habló de su hijo Humayun, un marino de las Fuerzas Armadas estadunidenses que en 2004 a los 28 años, murió en Irak, intentando salvar a sus compañeros de un coche bomba. Khan dijo que el magnate que aspira a la Casa Blanca nunca había sacrificado nada ni a nadie, lo invitó a visitar el Cementerio de Arlington donde yacen los caídos en combate y le dijo que nunca ha leído la Constitución bajo la cual todos son iguales y tienen los mismos derechos.

Y es que es bien sabido que en la vida y la política de este país no hay nada a lo que se le dé más valor e importancia que aquellos soldados que no regresaron de las guerras y a sus familias. Pero Trump, en lugar de responder con respeto por los padres de uno de ellos, se lanzó en su contra y burlonamente dijo que la señora Khan, que apareció con la cabeza cubierta como demanda su fe, no habló porque, como mujer musulmana, no se le permite pronunciar palabra alguna. Y en cuanto a sacrificios, dijo: “Me he sacrificado, he trabajado muy, muy duro, con tremendo éxito…”; como si hacerse rico con negocios de casinos y bienes raíces fuera comparable a la agonía de perder un hijo.

Las críticas no sólo de demócratas, sino de los mismos republicanos y de la ciudadanía en general no se hicieron esperar. Sus estrategas le pedían, casi suplicaban, disculparse, pero en lugar de retroceder Trump se enredó más, sugiriendo que el padre del soldado estaba molesto por su plan de querer prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos e implicando que el señor Khan, ahora ciudadano estadunidense, es simpatizante de grupos terroristas.

Como los mexicanos, los musulmanes han sido punto favorito de ataques de Trump y uno que mucho éxito le ha dado con los millones de hombres blancos derechistas que apasionadamente lo siguen y que se niegan a aceptarlos, aún a los nacidos aquí y que son parte importante de esta nación. En Estados Unidos viven 3.3 millones de musulmanes, lo que hace a esta religión la tercera más importante aquí luego del cristianismo y el judaísmo. Contrario a lo que se cree, no todos son árabes, es una población diversa, integrada por afroamericanos y gente que inmigró del sur de Asia.

Son una comunidad educada, donde el 40 por ciento cuenta con título universitario, en contraste con el 29 por ciento del resto. Constituyen sólo uno por ciento de la población pero a su comunidad pertenecen el diez por ciento de todos los médicos. Entre los musulmanes más distinguidos están figuras como el boxeador recién fallecido Muhammad Ali, el arquitecto creador de rascacielos, Fazlur Khan y el cirujano cardiólogo famoso en televisión, Mehmet Dr. Oz. Sin embargo desde los ataques terroristas de 2011, a los musulmanes se les ve con sospechas y el sentimiento en su contra se ha intensificado con el surgimiento del Estado Islámico y los ataques en San Bernandino, Orlando y Europa. Y Trump ha explotado y sacado provecho de eso.

A Trump, dicen sus opositores, no se le puede dejar que ataque a ningún grupo, carece de toda decencia y moral para hacerlo. Pero con su popularidad en picada el candidato ha empezado a decir a sus seguidores que seguramente las elecciones estarán “arregladas”. Le creen tanto, que si pierde, los “trumpistas” seguramente pensarán que Hillary les robó la elección y nadie sabe qué pasará entonces. Para expertos y analistas, no sólo es preocupante que Trump gane y llegue a la Presidencia, ahora también es peligroso si pierde.

About this publication