Ready for Mrs. President?

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El mundo ha visto a 51 mujeres llegar al más alto cargo de sus países. En India se logró hace años, igual en Israel, Gran Bretaña, Filipinas, Alemania, Chile, Liberia y hasta Paquistán donde en algunas regiones ellas no pueden ni salir de su casa si no van acompañadas de un hombre. Entonces, ¿por qué es que hasta ahora por primera vez Estados Unidos tiene una candidata del sexo femenino a la cabeza de la contienda y con serías posibilidades de convertirse en la Comandate en Jefe de la única superpotencia que queda en el planeta?

¿Será que en este país tan moderno y avanzado existe un sexismo escondido? O será que han avanzado muy poco en la igualdad de los géneros desde que hace cuarenta años el historiador Richard Neustadt escribió su famoso libro diciendo que “cuando el presidente de Estados rinde protesta estamos depositando en un hombre todo el poder”. La respuesta es que no, ya que se estima que un 90 por ciento de los estadunidenses estan listos para elegir una mujer. Un gran avance desde 1937, cuando Gallup realizó su primera encuesta al respecto y menos de un tercio de la población dijo estar a favor.

El problema es que no para todos esa mujer es Hillary. A dos meses de las elecciones no hay nada seguro y es imposible predecir si la señora Clinton llegará o no a gobernar este nación, sobre todo por que cada día surgen nuevas acusaciones que tienen a sus simpatizantes nerviosos, preguntándose si cada revelación será o no suficientemente grave para impedirle convertirse en presidenta. Actualmente la controversia es en torno a favores o trato preferencial que se dice otorgó, a quienes aquí o en el extranjero donaron fondos a la fundación personal que los Clinton tienen para, según han dicho, ayudar a causas nobles.

Desde luego que abundan quienes estan convencidos de que a Hillary ya nada la frena y que el triunfo desde ahora es suyo, sobre todo porque su contrincante republicano Donald Trump tiene mucho más cosas en contra que ella y porque además existe un fuerte movimiento político y social respaldado por el mismo presidente Obama, Hollywood y algunos medios, que igual que en 2008 apoyaron la elección del primer mandatario afroamericano, ahora quieren la primera Madame en la Oficina Oval.

Como se sabe, cuando jefa de la diplomacia estadunidense, Hillary usó su correo electrónico personal, contrario a la recomendación, mas no ley del gobierno, de comunicarse a traves de su dirección oficial. Ahora la principal crítica hacia ella es que cuando la investigacion empezó, borró 31mil 830 mensajes relativos a su función, dando lugar a la especulación de que pretendió desaparecer información que podría usarse en su contra.

A lo largo de la vida de Hillary en el escenario público ha habido de todo: desde el escándalo con Mónica Lewinsky, las acusaciones de fraude del caso Whitewater, el supuesto saqueo de la Casa Blanca cuando se mudaron de ahí, el ataque a la embajada estadunidense en Libia y ahora la controversia con su correos que no logra desaparecer de las noticias y que se supone es la causa de que la candidata demócrata hace casi un año que no accede a ninguna rueda de prensa formal.

Actualmente las encuestas la colocan a la par de Trump, puntos menos, puntos más. Pero ninguno de los dos tiene ventaja. Sin embargo, los comicios no son hoy, sino el 8 de noviembre y mucho puede cambiar en 64 días, sobre todo despúes del primer debate entre los candidatos el 26 de este mes. Además no hay que olvidar que aquí las elecciones no las gana el voto popular, sino los delegados. Hasta ahora solo en raras ocasiones un mismo partido ha logrado quedarse con la Casa Blanca en tres periodos contínuos: Adlai Stevenson no pudo seguir a Truman, Nixon falló en reemplazar a Eisenhower, Humprey fracasó despúes de Lyndon B Johnson y Al Gore perdió en suceder a Bill Clinton.

Es la recta final. Quienes aún no se deciden tendrán a Hillary bajo la lupa. Le analizarán todo, no solo sus políticas, sino su lenguaje corporal, sus hábitos alimenticios, sus relaciones personales y desde luego, siendo mujer también su ropa. Eso, por banal que suene, es la diferencia con los candidatos varones. Nadie pierde tiempo en hablar de los trajes de Trump, pero sí y mucho de los sacos y pantalones de ella. Una prueba más de la urgencia de que la presidencia deje de ser un club exclusivo de los hombres.

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