Estados Unidos vuelve a colocar a República Dominicana entre los países que define como grandes productores o que sirven de tránsito para el ingreso de drogas hacia su territorio, sin admitir que esa situación se produce porque esa nación es la mayor consumidora de tóxicos en el mundo.
El presidente Barack Obama envió al Congreso de su país una notificación sobre las naciones que han fallado en el cumplimiento de sus compromisos internacionales en materia de combate al narcotráfico, para lo cual elabora una lista con los países que tienen la categoría de productores y los que sirven de trasbordo.
En ninguna parte de ese informe se señala si Washington ha incumplido con el compromiso de reducir los altísimos niveles de consumo de drogas en su territorio, lo que ha sido causa principal del incremento de un 42% en la producción de cocaína en Colombia.
Las exportaciones de cocaína y heroína al mercado estadounidense constituyen la principal fuente de acumulación de riquezas de cárteles suramericanos y mexicanos que usan los corredores de Centroamérica y el Caribe para ingresar la droga a la Unión Americana.
El cultivo de amapola ha aumentado en México, Colombia y Guatemala, otra señal de que el mercado de consumo de drogas derivadas en Estados Unidos se vuelve cada vez más atractivo. Porque de otra manera se circunscribiría a sus habituales productores, Afganistán, Laos y Birmania.
República Dominicana invirtió más de 90 millones de dólares en la adquisición de una flotilla de aviones Super Tucano, con el propósito de impedir o disminuir los frecuentes contrabandos de drogas por aire, mar y tierra, pero aun así figura en la lista de países que sirven de puente al trasiego de estupefacientes.
No se entiende por qué el Pentágono no dispone de vigilancia firme y permanente en el corredor marítimo y aéreo que comunica las costas suramericanas con el Caribe, por donde transitan aviones, lanchas y barcos repletos de cocaína.
Es injusto incluir naciones caribeñas y centroamericanas como grandes puertos de trasbordo de drogas hacia Estados Unidos, cuando se sabe que la falta es imputable a Washington por su falta de voluntad para reducir el consumo y evitar que los alijos lleguen a sus costas.
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