Demagogia proteccionista
Por Roberto Abusada Salah, Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE)
Martes, 04 Octubre 2016
“Las negociaciones del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTPI) se encaminan directamente al fracaso”.
El reciente debate entre los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos ha vuelto a sacar a la luz la peligrosa tendencia mundial hacia el proteccionismo. Una tendencia que viene ganando adeptos en ese país y particularmente en Europa desde la Gran Crisis de los años 2007-2008. Esta vez, además, se trata de un proteccionismo cargado de nacionalismo y xenofobia.
Las estridentes expresiones proteccionistas más recientes provienen de Estados Unidos, donde paradójicamente el desempleo, causa a la que comúnmente se atribuye el resurgimiento del proteccionismo, ha regresado a sus niveles más bajos de los últimos años. Sin embargo, la presencia del ‘outsider’ Donald Trump ha conducido a los estadounidenses a una campaña electoral atípica. Trump ha revivido con gran eficacia los más rancios argumentos proteccionistas, exhibiendo a la vez su lograda ignorancia populista.
Pero no se trata solo de Trump. La candidata demócrata, Hillary Clinton, se ha visto forzada a adoptar una postura antiglobalización. Si bien esa postura proteccionista no es nueva –ya desde el Senado votó consistentemente en contra de la aprobación de tratados de libre comercio–, esta vez en campaña ha anunciado su oposición al Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) en cuya negociación ella misma jugó parte importante.
En Europa, el sentimiento proteccionista tiene en el alto desempleo una razón fundamental: vastos sectores de la población sienten que la globalización ha erosionado el modelo de Estado de bienestar del que gozan por más de 60 años. A esto se suma el surgimiento de peligrosos movimientos nacionalistas en Austria, Francia, Holanda y Alemania.
En estas circunstancias, las negociaciones del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTPI) entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se encaminan directamente al fracaso. Igual suerte correrá el intento que por más de 15 años lleva a cabo el Mercosur para lograr un tratado de libre comercio con la UE. Después del ‘brexit’, Francia, con sus arraigados subsidios agrícolas y sin el contrapeso que en este tema ejercía Inglaterra, rechazará cualquier acuerdo con potencias agrícolas como Brasil y Argentina.
¿Qué debe hacer el Perú ante estas nuevas tendencias?
Debemos reconocer de inicio que nuestro país tiene la enorme ventaja de pertenecer a la Alianza del Pacífico (AP): el único proyecto latinoamericano de integración abierto al mundo. A diferencia del Mercosur, las cuatro economías de la AP están ya expuestas a la competencia de los países más avanzados del mundo y sus industrias no dependen de la protección ni de subsidios estatales. En cada uno de los países miembros, existen segmentos productivos altamente competitivos que servirán de base para poder participar en la nueva forma que hoy tiene el comercio internacional; una forma de organizar la producción en la cual se intercambian insumos y partes de un producto final cruzando las fronteras para integrarse en cadenas de valor internacionales.
Al margen de la corriente antiglobalización en algunos países desarrollados, la AP posee la ventaja respecto al resto de América Latina de tener vigentes tratados de libre comercio con Europa, Asia y Norteamérica que difícilmente serán revocados. En cualquier caso, además, es improbable que esos países se cierren de manera importante al comercio con los países miembros de la AP.
México, al concentrar 80% de su intercambio comercial en Estados Unidos, pareciera ser el país más vulnerable al eventual mayor proteccionismo norteamericano. Sin embargo, esa vulnerabilidad es, a mi juicio, solo una percepción generada por la demagogia electoral de Trump. Sectores enteros de la industria y el comercio de Estados Unidos y millones de consumidores dependen estrechamente de la relación beneficiosa con México. Cualquier intento de obstruir esa relación mutuamente ventajosa encontrará un freno formidable por parte de miles de empresas estadounidenses que operan en territorio mexicano.
Una clara prescripción de política para el Perú y sus socios de la AP es profundizar su proceso de integración homologando varios aspectos de sus políticas públicas, particularmente en el ámbito del tratamiento tributario, la innovación y la política laboral. Entre tanto, existe una medida que se debe adoptar sin demora: la armonización de las reglas tributarias aplicables a los mercados de capitales de los cuatro países para lograr la operatividad del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), una tarea que bien puede liderar el presidente Pedro Pablo Kuczynski con el fin de consolidar lo que será el mercado de valores más grande de América Latina.
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