Seguimos tratando de entender cómo es que los electores en Estados Unidos decidieron lanzarse al abismo, otorgándole el triunfo presidencial a Donald Trump. Las historias de habitantes de lo que se consideraba la pared azul llevan años de deterioro en su nivel de vida, que ha provocado una disminución en la tasa de mortalidad de esas personas, debido principalmente a dos motivos: el aumento en la adicción a las drogas y los suicidios.
Ahora han sido varios los medios de comunicación que han desempolvado los artículos con entrevistas a personas de estos estados, de Pensilvania, Ohio, Iowa, Minnesota (en Wisconsin no, porque nadie imaginó que en ese estado habría tantos demócratas desencantados que acabarían por otorgarle el estado a Trump) y cuyos relatos que fueron arrumbados en la campaña, hoy explican bastante bien el desencanto con la situación y con el partido en el gobierno.
Lo que sigue siendo inexplicable es que la respuesta haya sido Trump. Durante la campaña quedó claro que Trump era un individuo inestable. Alguien que como bien podría decir una cosa en un momento, también podía cambiar de opinión en el siguiente. Quedó claro que era todo lo que él solo expuso de sí mismo: misógino, intolerante a la crítica, tolerante al racismo, si no es incluso incitador de tramposos y un largo etcétera.
Pero ahora en la transición hemos visto todo esto de Trump multiplicado. La investigación que él quería que se le hiciera a Hillary Clinton, por el uso de sus correos electrónicos, palidece con la investigación sobre sus universidades y cómo tranzó a los alumnos vendiéndoles cursos y maestros que no tenían el nivel académico que prometían. La investigación concluyó con una multa de 25 millones de dólares, que deberá pagar el Presidente electo. ¡Wow!
Otro tema por el cual Trump decía que su contrincante era “chueca” fue por el manejo de sus relaciones políticas internacionales mientras era secretaria de Estado, cuando a la vez recibía donativos la Fundación Clinton.
Pero Trump no sólo señaló a Clinton por esto, sino que, incluso, señaló algunos de los encuentros y algunas de las personas que decía se habían beneficiado de estas trampas de los Clinton. Se trata del empresario del sector acerero de Ucrania, Victor Pinchuk, de quien la Fundación Clinton recibió un donativo de 8.6 millones de dólares en 2012, según señaló Trump.
Lo anterior no ha sido comprobado, pero lo que sí es cierto es que ese mismo oligarca prorruso le pagó a la fundación de Trump 150 mil dólares por un video de 21 minutos que el hoy Presidente electo envió vía YouTube para la conferencia Europea de Yalta, en septiembre del año pasado.
El pago lo hizo Pinchuk a la fundación Trump y no a su cuenta, porque de esta forma pudo evadir el pago de impuestos. Recordemos que en Estados Unidos lo donado es libre de impuestos. Lo que llama la atención en esta historia reportada por el Washington Post son dos cosas.
La primera es el contenido del video en el cual Trump declara que Crimea debe pertenecer a Rusia, contrario a lo que Estados Unidos y Europa han sostenido como postura frente a una invasión como la que llevó a cabo Putin de esa península ucraniana. Habla sobre eso y sobre lo débil que es Obama y lo mal que Europa y EU se han comportado con Rusia.
La segunda es que no es la única ocasión en la que Trump recibe pagos que debieron haberse depositado en su cuenta o en la de sus empresas por un trabajo y su consiguiente pago de impuestos, pero que acabaron siendo depositados en la cuenta de su fundación, con la evasión de impuestos que sería cuestionada en el caso de cualquier empresario, no digamos en el de un político que además está por convertirse en el próximo Presidente de Estados Unidos.
Pero todo esto le parece perfectamente normal a Trump… y a sus simpatizantes que ven estas trampas una minucia más dentro de su negro historial.
Sigo sin entender que este individuo lograra convencer a la mayoría de los ciudadanos en los estados necesarios para ganar el Colegio Electoral y con ello la Presidencia de Estados Unidos.
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