Para obsesiones, las de Trump
Para él, lo más importante no es cumplir una promesa de campaña. Es mostrar poder y, de paso, legitimarse. Por eso en el día 99 de su Presidencia, Donald Trump firmó una nueva orden ejecutiva. Ésta mucho más fácil de cumplir, pero peligrosa para la estabilidad climática del planeta. Sí, la pesadilla ambiental continúa.
01 de Mayo de 2017
La orden ejecutiva reabre la perforación en alta mar para exploración y explotación de petróleo y gas en áreas protegidas de los océanos Pacífico, Atlántico y Ártico. Por supuesto, lleva el sello distintivo de su indiferencia sobre la conservación del ambiente y la obsesión por echar abajo medidas adoptadas por su antecesor en la Casa Blanca, escudándose en el crecimiento económico y la generación de empleo.
Así lo dejó ver el populista Trump al firmar el documento, pues dijo que el gobierno pasado, al cerrar el Ártico, había privado al país de miles de potenciales empleos y con la renovación de la producción offshore de energéticos se reducirán los costos de la energía: “Con esta orden ejecutiva se inicia el proceso de apertura de las áreas offshore a la exploración de energía generadora de empleo y se revierte la prohibición de arrendamiento del Ártico de la administración pasada”.
Previendo justo lo anterior, en diciembre del año pasado, a unas semanas de concluir su gestión, Barack Obama había prohibido de forma permanente perforaciones en busca de crudo y gas en aguas estadunidenses, sobre todo para asegurar el ecosistema del Ártico y proteger la costa de Alaska, a través de una ley que limita áreas a la perforación y explotación mineral.
La nueva orden ejecutiva y la que desmantela la política de energía limpia de Obama son ataques ambientales que van en contra del bienestar y desarrollo no sólo de los estadunidenses, sino también de la humanidad entera. Y es este punto el que debe movernos a todos.
Quizá haya quienes piensen que se le da mucha atención o importancia a lo que haga o deje de hacer Trump, pero no ven que las acciones y decisiones que toma generan potentes olas expansivas que alcanzan a todas las naciones.
Hace unos días, en la página de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se dio a conocer el informe SWIPA (nieve, agua, hielo y permafrost, por sus siglas en inglés) del Programa de Evaluación y Vigilancia del Ártico (AMAP), el cual señala los cambios rápidos e inesperados en esa región debido al calentamiento global, como el veloz deshielo.
Destaca que, de continuar, estas transformaciones “tendrán impactos graves en la salud humana y en la seguridad de las economías, la industria y los ecosistemas de todo el mundo”.
Esta advertencia científica debe generar conciencia entre la gran diversidad de sociedades del planeta porque con el deshielo del Ártico se exacerbarán los golpes causados por las altas temperaturas.
En ese informe, los científicos nos recuerdan que esta región es un regulador —como si fuera el aire acondicionado del mundo— y no sólo eso, “juega un rol importante en el clima y la meteorología, así como en el aumento del nivel del mar”.
Sí, el cambio climático es real y también está provocando el deshielo del permafrost, la capa de suelo congelado, la cual tiene altísimas concentraciones de metano, uno de los poderosos gases de efecto invernadero.
No sólo eso, está dañando poblaciones de osos polares, focas y morsas, cuya supervivencia depende del hielo marino.
Investigadores y científicos de la organización Polar Bears International han señalado que el día que no quede un solo oso polar en el Ártico por el deshielo, las condiciones que han permitido la prosperidad de la humanidad estarán gravemente amenazadas.
Sin embargo, el informe SWIPA deja un espacio para la esperanza con el cumplimiento del Acuerdo de París, aun con la salida de Estados Unidos.
En este sentido, debe valorarse la convocatoria de la sociedad civil estadunidense para protestar en contra de la política antiambiental y los disparates de Trump, como la realizada el sábado pasado, llamada Marcha por el Clima (Climate March), en el marco de los primeros 100 días del nuevo gobierno.
En Washington DC, personajes como Al Gore, exvicepresidente de EU y Nobel de la Paz; el empresario Richard Branson, Leonardo DiCaprio, representantes de organismos y fundaciones que luchan por la conservación del ambiente y las especies como la WWF y Sierra Club, líderes de pueblos indígenas y nativos, además de cientos de familias enteras, jóvenes y adultos, manifestaron su inconformidad contra Trump.
Para conservar los distintos ecosistemas mundiales no se necesita ser activista o estadunidense para protestar contra la ignorancia y la mentalidad depredadora de Trump. En cada quien está hacerlo.
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