They Need Us Even If It Is Painful to Them

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El estado de Louisiana representa un microcosmos de lo que está ocurriendo actualmente en Estados Unidos. Una batalla de ideologías en la que la inmigración es el tema del día a día.

La legisladora estatal, Valerie Hodges, le tomó dos meses para reintroducir la semana pasada un nuevo proyecto xenófobo de ley en su intento de impedir a cualquier indocumentado poder casarse en Lousiana. En su primer intento, un juez federal declaró inconstitucional el pasado 22 de marzo la ley estatal ACT436, la cual exigía a solicitantes de licencias de matrimonio tener que proporcionar un número de Seguro Social y un certificado de nacimiento.

El juez federal fue enfático en su decisión al indicar que el requisito de un certificado de nacimiento para recibir una licencia de matrimonio violaba la enmienda 14 de la Constitución, discriminando a inmigrantes e infringiendo en sus derechos fundamentales. Su decisión marca una importante victoria en un momento en que la población indocumentada se encuentra bajo un asedio judicial por parte de legislaturas estatales y de la actual administración del gobierno federal.

¡Qué laguna mental la de la Señora. Hodges!  Si nos remontamos al mes de septiembre de 2005, a menos de una semana de que el catastrófico huracán Katrina cobrara la vida de 1,833 personas y forzara la evacuación de casi un millón de habitantes, el gobierno mexicano ya colaboraba por cielo, mar y tierra, para apoyar a los damnificados de Louisiana.

Por tierra, 14 camiones con 196 miembros de las Fuerzas Armadas mexicanas, contribuyendo con personal médico y con provisiones en los albergues de desplazados situados en la ciudad de San Antonio. Por mar, el buque Papaloapan se dirigió a las costas de Mississippi con comida, agua, medicamentos y equipos de rescate. Y por aire, 5 aviones de la Fuerza Aérea Mexicana transportaron 200 toneladas de comida. En los 12 años desde el desastre natural, el estado de Louisiana se ha recuperado más rápido de lo esperado ¿Les gustaría saber por qué?

En cuestión de meses después de Katrina, tan solo en la ciudad de Nueva Orleans, cerca de 15,000 inmigrantes indocumentados ya trabajaban en la limpieza y reconstrucción de la misma. Tal fue el crecimiento de mano de obra por parte de inmigrantes mexicanos, que el gobierno de México, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se movilizó rápidamente y a inicios del 2008 ya operaba nuevamente un Consulado en esa ciudad para dar servicios de documentación y protección a connacionales radicados en Louisiana y Mississippi. Cabe resaltar que el mismo presidente George W. Bush estuvo presente en la reapertura de esta sede diplomática en agradecimiento por el apoyo recibido por parte del gobierno mexicano, y de la fuerza laboral inmigrante que ayudó a reconstruir la ciudad de Nueva Orleans y el estado de Louisiana.

¡Pero hubo más! La mano de obra de inmigrantes y la rápida reconstrucción de sus ciudades ayudaron al estado de Louisiana a recuperar gran parte de sus comunidades en éxodo, de tal modo que para el año 2010 su población total le permitió retener 6 de los 7 distritos electorales con los que contaba, y con ello también el presupuesto federal que le fue adjudicado proporcionalmente de acuerdo con el número de  habitantes (incluida en esta cifra su población de residentes indocumentados).

Todo nos haría suponer que los inmigrantes serían tratados hoy en el estado de Louisiana, si no como héroes, al menos bajo los lineamientos básicos encontrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. En especial, cito los artículos 1 y 23, en los que se declara que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” y “toda persona tiene derecho al trabajo sin discriminación alguna”, respectivamente.

No podemos permitir que el fanatismo de legisladores xenófobos justifiquen discriminación gubernamental. Afortunadamente, el Poder Judicial nos sigue brindando victorias, y con ellas, la esperanza de un futuro prometedor y compartido.

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