The Leader of World Democracy Is in Trouble

 

 

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La democracia líder del mundo está en entredicho

Las declaraciones del exjefe del Negociado Federal de Investigaciones, James Comey, traspasan el umbral de los cuestionamientos sobre el carácter y la capacidad del presidente Donald Trump para dirigir la nación americana. Han dado paso a preocupaciones mayores en torno a la vulnerabilidad del proceso electoral de Estados Unidos y la posición de liderazgo de esa nación en el mundo democrático.

Los hechos que Comey relató bajo juramento ante el Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos abren la puerta a serias ramificaciones. Presentan a un presidente mentiroso y difamador, que despidió fulminantemente al entonces jefe del FBI en mayo pasado, a raíz de la investigación de la agencia sobre posibles nexos indebidos entre el exconsejero de seguridad nacional, Michael Flynn, con el Gobierno de Rusia.

La pesquisa involucra a miembros del círculo más íntimo de Trump en un intento por determinar si su equipo electoral coordinó con el Kremlin una campaña de desprestigio contra la candidata demócrata Hillary Clinton para decidir las elecciones de 2016 a favor de Trump.

A preguntas de los senadores miembros del Comité, Comey relató que en varias reuniones a solas promovidas por Trump en la intimidad del Salón Verde o el Despacho Oval, el ejecutivo le exigió lealtad y le sugirió que “despejase la nube” que sobre él había provocado la llamada trama rusa. En síntesis, que detuviera la investigación.

También le sugirió que exonerara públicamente de responsabilidad al teniente general Flynn de las alegadas intervenciones con el Partido Demócrata.

De comprobarse, lo revelado confirmaría un abismal desconocimiento por parte de Trump del ejercicio del poder. Daría cuenta también de que el magnate no tiene ni el carácter ni las destrezas políticas y diplomáticas para ocupar un cargo con tantas exigencias como la presidencia.

Como nación líder del mundo, la influencia de su principal ejecutivo se hace sentir en asuntos que van desde el cambio climático hasta la seguridad internacional contra el terrorismo. Sus posiciones son claves en la preservación de compromisos políticos, económicos y militares de alcance global.

Lo declarado ante millones de espectadores que sintonizaron las audiencias del Congreso alimenta el debate sobre si la conducta de Trump es obstrucción a la justicia, un delito que podría enfilar las presentes investigaciones hacia un juicio político en el Congreso con miras a la destitución del gobernante.

El testimonio de Comey no parece arrojar por el momento evidencia directa como para sostener una acusación. Pero queda claro es que el Gobierno de Estados Unidos se encuentra en los albores de una crisis institucional que ha puesto en entredicho la pulcritud de sus ejercicios electorales y la confianza del pueblo en sus procesos democráticos.

No se trata ya del debate en torno al modelo de colegio electoral que colocó en la Casa Blanca a un candidato que obtuvo 2.8 millones menos de votos que su contrincante. Clinton obtuvo 65.8 millones de votos frente 62.9 millones de Trump. Pero Trump ganó el colegio electoral, con 278 delegados contra los 218 que se adjudicó Clinton.

Invalidar la voluntad democrática de millones de electores bona fide es peligroso para Estados Unidos. Hacerlo mediante la intervención extranjera es garrafal. El papel de la seguridad nacional como escudo contra intervenciones externas por parte de países con intereses encontrados con Estados Unidos, y la confianza del resto del mundo en la nación que se proclama abanderada de la democracia están en entredicho.

A las declaraciones de Comey seguirán otros pasos de los procesos investigativos, incluido el que realiza Robert Mueller como investigador especial designado por el Departamento de Justicia. Le toca determinar si hay evidencia para presentar acusaciones o, de no haberlas, despejar las dudas sobre el presidente y su equipo.

Sobran las interpretaciones sobre lo ocurrido entre Comey y Trump, de su veracidad e intenciones. Hay que llegar prontamente al fondo del asunto, en beneficio de una nación orgullosa de su democracia.

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