“Scandal” en vivo
Donald Trump podría utilizar a alguien como Olivia Pope para que ordene la Casa Blanca, o más bien, “limpie el pantano” alrededor suyo.
Sin poder desembarazarse de los vínculos con la “trama rusa”, el Presidente se dedica a provocar roces y recelos entre los miembros de su equipo. A observar impasible cómo su nuevo encargado de comunicaciones, Anthony Scaramucci, usa un lenguaje procaz frente a ciertas molestas filtraciones. O a humillar al fiscal general, Jeff Sessions, quien en vez de renunciar solo atina a decir que son palabras “hirientes”.
Trump parece entretenerse mirando a su alrededor y no hace nada, solo sigue tuiteando. “Es que le gusta crear caos”, dijo un ex asesor que lo conoce desde otros tiempos, porque así él es quien aparece como el “solucionador”. Pero podría llamar a una verdadera “fixer”, como Olivia, la protagonista de la inverosímil serie llamada Scandal, que ya va en la sexta temporada en EE.UU. y promete una séptima, en 2018.
Todos sabemos que muchas veces la realidad supera a la ficción, pero esperemos que la Casa Blanca de Trump no se transforme en la de Scandal, donde se exagera todo lo abominable de la política de Washington, o en la de House of Cards, otra serie que explora y explota los extravíos políticos.
Olivia Pope, además de abogada afroamericana, graduada con honores en Georgetown, es la amante del Presidente de EE.UU. y la hija sobreprotegida del jefe de una agencia secreta de inteligencia que hace los trabajos más sucios por “patriotismo” y para “salvar la república”. Con esos recursos, métodos a veces ilegales y casi siempre contrarios a la ética, pero con gran elegancia y glamour, Olivia soluciona todos los escándalos en los que se meten sus clientes, desde un affaire marital hasta un asesinato en la Casa Blanca, pasando por malvadas intrigas y manipulaciones políticas, pero que en ese contexto parecen normales.
Es deprimente y penoso pensar que algo así pueda estar ocurriendo en Washington. Trump busca sacar a su fiscal general para que no siga investigando el caso de las interferencias rusas en las elecciones. Su yerno todavía no zafa de las sospechas sobre la real proyección de sus reuniones con enviados del Kremlin, ni de las suspicacias por haber hecho negocios con controvertidos empresarios rusos.
Un ex jefe de la CIA, Michael Hayden, dijo al New Yorker que todas las movidas rusas le parecían los acercamientos característicos de una operación de inteligencia rusa para “penetrar y comprometer” a las personalidades expuestas. Puede que esa sea la razón de tanta incomodidad con Sessions, que al recusarse permitió que se nombrara a un investigador como Robert Mueller, que tratará de llegar hasta el fondo.
Como en Scandal, quizás Trump recurra a malas artes para sacar a Sessions y a Mueller, pero si lo hace, contribuirá a que la opinión pública se convenza de que hay algo reprochable que quiere ocultar.
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