Las mil falsedades de Trump
Toni Schwartz se convirtió en la sombra de Donald Trump durante 18 meses. Asumió este periodista el encargo de escribir una biografía del entonces príncipe de los tabloides. ‘The art of the deal’ se convirtió en un exitazo. Más de un millón de copias vendidas. Impulsó el nombre de Trump más allá de Nueva York y regó así su ego insaciable.
Schwartz no guarda un buen recuerdo de él. De todas las feas características que le atribuye, aquí viene a cuento la de mentiroso. Mentir, dijo, forma parte de su naturaleza y lo hace sin pudor alguno. “No le cuesta nada, tiene la habilidad de convencerse a sí mismo de cualquier cosa que dice. Y si no es cierta, piensa que debería serlo”.
Transcurrido más de medio año de su presidencia, el ‘Washington Post’ le da empíricamente la razón. Le ha contado ya más de mil falsedades, porque este diario se ha dedicado a apuntárselas todas. Eso da una media de casi cinco trolas al día. Ya es tarde, pero alguien debería haberle contabilizado también los ataques de furia. Denigra sin parar. Con el barriobajero mitin de la pasada semana en Phoenix, un terrible espectáculo de 77 minutos lleno de rabia, insultos y, por supuesto, mentiras, habría reventado el contador.
Trump escupió veneno sin control. Contra dos senadores, uno de ellos con cáncer cerebral; contra los periodistas, claro (“las personas más deshonestas del planeta”); contra el líder republicano del Congreso, contra Hillary, contra los que protestan… Solo se elogió a sí mismo, a su “enorme y precioso” apartamento de Nueva York y a un talk show de la Fox. “El mejor programa que puede verse por las mañanas”, dijo erigiéndose en Monegal en jefe.
Entre construir y destruir
“Vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis”, decía Barack Obama. No le cree Trump, que ataca, ataca y ataca. Le quedan pocos grupos por alienar. Obama decía también que la democracia de EEUU no siempre avanza en línea recta. En ocasiones zigzaguea o da un paso atrás. Se ajusta a esta etapa de presidencia ausente, como se la define ya, porque no ocurre legislativamente nada. Se trata solo de mentir y desacreditar. Y salvarse a sí mismo y a los más dudosos de la nación, como al indultado Joe Arpaio, el sheriff más xenófobo del Oeste. ‘Sad’, que dice él.
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