The Defiant ‘Ultra-Right’ in the United States

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La ultraderecha político-social de EEUU se envalentona cuando nada menos que el Presidente Donald Trump la solivianta. Éste no parece darse cuenta de lo que dice, hace y provoca en detrimento de la tranquilidad del país que rutinariamente sufre borbotones raciales de todo tipo en parte porque hay mucha gente armada en medio de la pobreza y frustración de más de treinta millones de norteamericanos que entre otras cosas están por perder el poco seguro de salud o “Obamacare” que les dio el Presidente Obama. Todo esto en medio de demostraciones de algarabía de parte de gente muy rica que pugna porque el salario mínimo se mantenga bajo, y porque el actual presidente rebaje sus impuestos federales incluyendo los de él, y se compense el presupuesto con dinero que se quite a la población con la abrogación de “Obama Care” que, a propósito, está estancada en el Congreso. El presidente gusta mirar eclipses de sol sin protectores y culpa a la prensa por difundir sus desaciertos.

Esa ultraderecha existe sobre todo desde que el esclavista sur perdió la Guerra de Secesión o Civil (1861-65) que costó 600.000 vidas y cuantiosa hacienda (solo en la batalla de Antietam, 17 de septiembre 1862, cayeron 23.000 hombres de ambos bandos). Pero al final el norte triunfante logró la emancipación de los esclavos declarada por Abraham Lincoln y ratificada en la décima tercera enmienda de la Constitución de EEUU el 6 de diciembre de 1865.

El problema es que la legalidad no necesariamente persuade a los que conservan principios malévolos como el racismo que en EEUU hoy persiste al punto de llegar a la violencia artera como la que buscaron los ultraderechistas mayormente sureños que se manifestaron recientemente en Charlottesville, Virginia, a favor de no retirar las docenas de monumentos de oficiales que comandaron las tropas del sur en una guerra que perdieron, y que lucharon defendiendo la esclavitud sobre todo de gente africana traída a América contra su voluntad… que dicho sea de paso también existió en las islas del mar Caribe y en Suramérica en el siglo XIX.

Esta manifestación nocturna de fanáticos de raza blanca gritaban “tierra y libertad” (arenga nazi), “los judíos no nos reemplazarán” y otras injurias que produjeron una reacción de la comunidad que resultó en grescas e incluso en la muerte de una mujer atropellada por un automóvil de un fanático manifestante de ultraderecha que arremetió contra la gente estilo ISIS lo que causó conmoción y desde luego reacciones condenatorias, pero también reacciones controversiales como la del Presidente de EEUU que dijo equivocadamente que “ambos bandos habían contribuido la violencia de una manifestación pacífica”… cuando los que provocaron fueron los ultraderechistas de varias denominaciones (se filmó) entre los que había gente del Ku Kux Klan, conocida agrupación racista de vieja data. A propósito, durante los postreros meses de la candidatura de la señora H. Clinton de 2016, el presidente Obama en un discurso dijo que la presidencia no cambiaba al que llegase a ella, sino que ampliaba lo que éste ya era. “O sea que si el candidato aceptaba el apoyo del Klan, éste como presidente lo continuaría aceptando.” Según la revista The New Yorker: “hace un par de años el portal neo-nazi Daily Stormer arengaba a la gente blanca de EEUU a que votase por primera vez en su vida por la nominación del candidato presidencial que representaba sus intereses. El entonces aspirante Trump nunca se distanció de tal arenga ni mucho menos.”

En 2017 el sur, especialmente pero no exclusivamente, alberga norteamericanos blancos que ostentan la mentalidad racista, discriminadora, exclusivista y belicista de los nazis de la Alemania de los años 1940, y de todo ultraderechismo que pulule políticamente en el planeta o en aras publicistas, disertantes y diletantes que en EEUU hay docenas… y en otras partes también incluyendo los hoy denominados “populistas” que no dejan de expresar su desprecio por la migración de gente de tez morena.

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