El conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur no es novedad, excepto su carácter mediático últimamente. A los 5 años después de la II Guerra Mundial, entre 1950 y 1953, se dio la guerra entre ambas y participaron los EE. UU. apoyando a Corea del Sur, China y la Unión Soviética apoyando a Corea del Norte. Conflicto que resultó en un “empate militar”. Esta guerra técnicamente no ha terminado, luego de 67 años.
La lista de muertes es de carnicería: 54,000 norteamericanos, más de 1,187,000 norcoreanos, más de 700,000 surcoreanos, 500,000 chinos, etc. Por los norteamericanos estaba el legendario General Douglas MacArthur, quien propuso ante la intervención de China que le descalabró sus tropas, un bombardeo nuclear. Tanto Harry Truman como el Congreso temieron tal propuesta por sus consecuencias: un conflicto nuclear con la Unión Soviética.
Decidiendo mejor reemplazar al general MacArthur. Por lo que el asunto nuclear tampoco es una novedad. Para Mao, China, su intervención se justificaba por su carácter meramente defensivo ante la proximidad militar EE. UU. en la península; temor que aún existe. Para los soviéticos, según Stalin: “Si nosotros permitimos que Estados Unidos ocupe toda Corea… debemos estar preparados para que Estados Unidos declare la guerra a China”.
Postura que tampoco ha sufrido alteración para Rusia, además de su propia seguridad. Hoy, todo intento de hacer una variante en la correlación de fuerzas en lo geopolítico, económico, militares y geoestratégicos aún es muy sensible. Pero los EE. UU. construyen pretextos para hacer ese cambio sustancial en lo militar, tocando la intimidad del Tigre y el Oso con vara corta, algo temerario (todos son potencias nucleares).
China, desde la década de los ochenta, ha mantenido un crecimiento económico acelerado y constante. Y ello dio origen al reforzamiento de tropas norteamericanas en los bordes de las fronteras con Corea del Sur (entre 25,000 a 33,000 soldados aproximadamente); y unos 40,000 en Japón; con tecnología militar de punta en fuerzas de tierra, mar, aire y aeroespacial.
El pretexto ha sido la amenaza del líder norcoreano Kim Jong. A todo esto, ¿cuál es su capacidad militar real de Corea del Norte? Sus misiles llegan a una distancia máxima de 3,500 km; y para llegar hasta Estados Unidos se requiere uno que tenga capacidad de 10,000 km A los misiles norcoreanos les faltan 6,500 km para llegar. Norcorea puede ser considerada una potencia nuclear pequeña, con apenas 20 o 30 bombas nucleares. Elemento incomparable con el armamento nuclear de EE. UU. que le supera un par de miles.
Fuera de que para llegar hasta EE. UU. requiere pasar por Corea del Sur, Japón (1,000 km de Corea del Norte), luego cruzar el Océano Pacífico completo. Solo, para dar una idea, el llegar a la famosa isla de Guam que tanto se cita en los medios, donde están tropas norteamericanas, se requiere al menos 14 minutos para un misil, tiempo más que suficiente para que la tecnología militar de EE. UU. lo derribe fácilmente.
De manera que el nivel de la tecnología militar de Corea del Norte dista mucho del desarrollo actual de Norteamérica. Pedir que deje su armamento a Corea del Norte es asunto imposible mientras no se le den garantías suficientes y ciertas de que no serán atacados o invadidos. Y es que en la memoria de Kim Jong es fresco y presente el recuerdo de lo que pasó en Libia, Yugoslavia e Irak cuando bajaron la guardia en su armamento de cohetes para defenderse: fueron destruidos.
A como es actual el recuerdo de la forma en que mataron a Saddam Husseim con su familia y el líder libio Muamar el Gadafi (masacrado con sus hijos). A Kim Jong le pasaría lo mismo.
Esto sería fácil resolverlo con diplomacia: declaración de la región sin armamento nuclear y tratados de paz. Pero no es ese el interés de EE. UU. ¿Por qué? Simple: el problema no es Corea del Norte, sino el crecimiento de China que está superando: a.- Es ya la primer potencia comercial del mundo. b) Actualmente tiene el primer PIB del mundo.
Pero el asunto es que en lo financiero aun el dólar es el rey, y en un mínimo de 4 años el yuan será más visible que el dólar y EE. UU. comenzará a ser historia. De manera que su avance es inexorable, asfixia y desespera a los EE. UU. ante la pérdida irreversible de su hegemonía. Nadie lo ignora. Una desestabilización en la zona hoy, mejor aún una guerra, es una bomba de relojería a las piernas de la economía, comercio, militar y financiero de China y Rusia. El ruido tapa lo real: el problema no es Corea del Norte, es China.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.