El presidente Donald Trump supuestamente le dijo a uno de sus allegados que odia a todos en la Casa Blanca. “Hay excepciones pero los odio a todos” habría dicho el mandatario, asegura la revista Vanity Fair, citando dos fuentes no identificadas por nombre. Si bien es imposible verificar la versión, una cosa es cierta: el jefe del Ejecutivo estadunidense insiste en pelearse con medio mundo, cada día parece menos apto para el puesto y diez meses después de haber llegado a Washington, su administración es un caos.
El influyente senador Bob Coker, republicano como él, dijo públicamente lo que muchos aquí murmuran en privado: que la actual Casa Blanca “es una guardería de adultos” donde su gente de confianza vigila al presidente para que no haga berrinches que pudieran llevar a este país a una Tercera Guerra Mundial. ¿Y qué le contestó Trump? Llamó al legislador, que no es muy alto, “enano”. Ese es el nivel de la Presidencia hoy.
Al mandatario lo describen como desinflándose, alguien que no logra concentrarse, que se enfurece fácilmente y está siempre de mal humor. De acuerdo al Washington Post sus colaboradores lo comparan con “una olla de presión a punto de explotar”. La crisis más grave, relatan, se presentó cuando Luther Strange, a quien le había dado abiertamente su apoyo, perdió el mes pasado, las elecciones primarias para gobernador de Alabama. Trump no podía creer que su protegido perdiera.
Pero al parecer la furia de Trump estaba ya acumulándose y es derivada de la frustración que siente ante las derrotas políticas que ha tenido su gobierno. No logró terminar con el plan de salud establecido por su antecesor Barack Obama, su segunda versión del plan para prohibir la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de seis países musulmanes también ha sido cancelada por un juez y lo más seguro es que se le vendrá abajo su propuesta para reformar el sistema de impuestos.
El presidente no solo tiene guerra constante con la prensa, los grandes diarios y estaciones de televisión que publican cosas que no le gustan, sino que desde que asumió el cargo ha tenido pleito no solo últimamente con los jugadores de Fútbol Americano que al escuchar el Himno Nacional no se ponen de pie, sino también con los senadores Jeff Flake y John McCain ambos de Arizona, este último considerado un héroe militar; Lisa Murkowski de Alaska y hasta con el líder de la Cámara Alta, Mitch McConnell, todos republicanos y cuyos votos en el Congreso necesita para avanzar su agenda.
Los analistas empiezan a preguntarse si el presidente está física y emocionalmente en condiciones de gobernar. Y es que Trump carece de disciplina, un día dice una cosa y al siguiente otra y con frecuencia se muestra completamente ignorante de la política, de la historia y de la realidad. Sus discursos están repletos de palabras vacías, de adjetivos que no dicen nada, pero la frase que más intriga y la que más dudas crea es la de “ya veremos” que usa casi diario y que no se sabe si es una amenaza o su manera de no dar respuestas. Según la radio pública NPR, la ha usado más de cien veces en lo que va del año, directamente a periodistas, enfrente de gobernantes de otras naciones y ante todo tipo de audiencia.
Para los liberales y aún para muchos conservadores, llegó la hora de entrar en pánico con este presidente al que todavía le quedan tres años. Para sus seguidores, que aún son muchos, todo esto es falso y las críticas a Trump tendrán la misma resonancia en 2017 que tuvieron en 2016 cuando ganó la Casa Blanca. De acuerdo a Mollie Heminway en The Federalist, los demócratas pierden su tiempo en soñar con que se le aplique la enmienda 25 de la Constitución y se le declare incapaz de llevar a cabo su función. Las bases del partido, dicen, están cien por ciento con él.
Por su parte, el conocido analista Howard Fineman asegura que mientras los críticos de Trump están enfocados en el caos que dicen prevalece en su administración, su gente trabaja arduamente en imponer profesionales ultraderechistas en los puestos claves del Poder Judicial y en terminar de una forma u otra con el legado de Obama, pero sobre todo están ocupados en sentar ya desde ahora las bases para su reelección.
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