New York Again

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Otra vez Nueva York

No solo porque es la sede de la Organización de las Naciones Unidas se dice que Nueva York es la capital del mundo. Es la ciudad por definición. Desde el siglo XIX se convirtió en el destino de miles de emigrantes de casi todos los puntos geográficos del planeta, hasta llegar a ser una amalgama riquísima de razas y colores que no tiene parangón en el orbe. Su vida financiera y artistic la han vuelto, además, sinónimo de poder y prototipo de la cultura occidental. Y tal vez sea esto ultimo lo que ha provocado que haya sido victim del atentado terrorista más salvaje e inhumano que se haya dado en la historia contemporánea, aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, y continue siendo hoy objetivo permanente de los enemigos de la tolerancia y la convivencia civilizada.

El pasado martes, anteayer, varios ciudadanos inocentes paseaban sobre sus bicicletas – en un area destinada para tal fin – en la zona de Manhattan, cuando fueron arrollados por un automóvil que, deliberadamente, atropelló a cuantas personas pudo y causó la muerte de ocho ciclistas mientras dejaba herida a más de una docena. El hecho ha encendido una vez más la alarma en Nueva York y ha obligado a las autoridades a tomar medidas extraordinarias para evitar nuevos ataques y, por lo mismo, nuevas víctimas de la barbarie yihadista.

Es imposible que una persona psíquicamente sana entienda los procesos de alienación que ha debido atravesar un fanático criminal capaz de causar tanto dolor a familias y comunidades enteras. En este caso han perdido la vida ciudadanos argentinos y de otras nacionalidades que habían hecho de la Gran Manzana su hogar, el lugar en el que querían ver crecer a sus hijos y envejecer serenamente.

La reacción del presidente Trump no se ha hecho esperar y ha anunciado nuevas medidas para evitar el ingreso a los Estados Unidos de emigrantes y refugiados procedentes de países de mayoría musulmana. Claro está que cuando esto sucede terminan pagando justos por pecadores, y que muchos adeptos de la fe islámica que desean emigrar hacia los Estados Unidos con el legítimo deseo de trabajar ahí y aspirar a un futuro major, ven truncadas sus esperanzas y se ven obligados a permanecer en sus naciones de origen en situaciones de pobreza y carentes de oportunidades reales para desarrollarse humana y profesionalmente. Pero el Gobierno estadounidense no tiene otra opción. La obligación de salvaguardar la vida de sus ciudadanos se antepone a cualquier consideración incluso humanitaria. La estupidez islamista termina por afectar a los musulmanes honrados, la enorme mayoría, ịqué lástimaỊ

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