Science Slaps Trump

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Tras los recientes eventos climáticos extremos vividos por algunos países, los anuncios de Estados Unidos de salirse del Acuerdo de París y de derogar el Plan de Energía Limpia, así como la publicación, hace unos días, de dos reportes científicos que señalan los efectos dañinos de las actividades humanas, hoy arrancó en Bonn, Alemania, la Conferencia de las Partes bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP23)

Estos hechos contundentes evidencian la necedad de vivir en el pasado. Seguir por la senda de la explotación y quema de combustibles fósiles como base del crecimiento y desarrollo económicos que nos llevará al despeñadero, sin siquiera darle la oportunidad a las energías limpias.

Hace unos días, por separado, se dieron a conocer dos reportes que resaltan no sólo la urgencia de acelerar las acciones para ralentizar los efectos devastadores del cambio climático, sino también obligan a que éstas sean aún más ambiciosas con respecto a lo convenido en el histórico acuerdo.

Los informes confirman omisiones y errores. ¿Por qué? Porque los datos científicos no mienten. El primero, el Boletín de Gases de Efecto Invernadero realizado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y difundido el 30 de octubre pasado, dice que en 2016 la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera rompió niveles récord en 800 mil años.

Los cambios bruscos observados en la atmósfera no tienen precedentes, pues la concentración atmosférica de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento de la Tierra, llegó a las 403.3 partes por millón, lo cual superó la barrera de las 400, registradas en 2015, el año de la firma del acuerdo climático.

Es decir, se trata de un incremento acelerado y peligroso de la temperatura global, cuyo origen, según la OMM, recayó en las actividades humanas en conjunción con la potente presencia del fenómeno de El Niño.

El énfasis está en que el rápido aumento de los niveles atmosféricos de CO2 y de otros gases GEI producirá cambios en los sistemas climáticos, originando “graves perturbaciones ecológicas y económicas”.

¿Alarmante? Sí que lo es. Para muestra, 2017.

Varias zonas del planeta vivieron episodios dramáticos como consecuencia del desequilibrio climático.

Ahí están Harvey, Irma y María, los huracanes catalogados como los más devastadores de los últimos años y que asolaron territorios estadunidenses y de El Caribe; las inundaciones resultantes de las intensas lluvias monzónicas en algunos países del sur de Asia; además de sequías, incendios forestales y peligrosas olas de calor.

No debemos olvidar el acelerado deshielo del Ártico y la Antártida, lo cual no deja de contribuir al aumento del nivel del mar y poner en el camino de la extinción a ecosistemas y especies únicas. Justo esos son extremos climáticos que amagan con ser aún más peligrosos, frecuentes e irreversibles. Y, ¿qué creen?, nos amenazan a todos.

El segundo, dado a conocer el viernes pasado, es un extenso informe científico elaborado por 13 agencias del gobierno estadunidense, cuya publicidad es oportunísima, pues contradice todas y cada una de las posturas negacionistas del cambio climático del presidente Trump; Scott Pruitt, titular de la EPA, y Rick Perry, secretario de Energía.

Así, la premisa central es que la humanidad sí es culpable en mayor medida del aumento de la temperatura global debido a la quema de combustibles fósiles, lo cual ha elevado los niveles de CO2.

Otro hallazgo: el planeta se calienta a un ritmo alarmante y se encuentra en el periodo más cálido “de la historia de la civilización moderna”.

El informe, conocido como Evaluación Nacional del Clima, fue ordenado por el Congreso y debe realizarse cada cuatro años. En esta ocasión coincide con la reunión de la COP23, en la cual es deseable y previsible que la delegación estadunidense sea duramente cuestionada.

¿Por qué? De entrada, Trump es un peligro para el mundo porque va en sentido contrario a la tendencia, pues promueve agresivamente el carbón y otros hidrocarburos, además de que camina hacia el desmantelamiento de programas federales que combaten el cambio climático.

Probablemente no dé marcha atrás a su política, pero alarma que su postura incida en las intenciones de otras naciones. Ahí está Rusia que, aunque firmó el Acuerdo de París, no lo ha ratificado.

Lo alentador es que varios estados y más de 300 ciudades de la Unión Americana, así como grandes empresas, mantienen el compromiso de cumplirlo.

Pero si en la COP23 las naciones mantienen la meta original, no se logrará una temperatura por debajo de los 2ºC. Muy a nuestro pesar el horizonte vislumbra los 3ºC, con consecuencias aún más catastróficas.

Así, 2018 será un año crucial. Como se ve, no sólo políticamente hablando.

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