Guerras comerciales de Trump
¿El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es lo que los maoístas solían llamar un tigre de papel o deberíamos tomar en serio sus amenazas ruidosas? Esa pregunta ha cobrado más envergadura en torno a la cuestión nuclear de Corea del Norte. Pero después de la gira de 12 días bastante amigable de Trump en Asia, los temores de un conflicto en la Península de Corea han menguado un poco.
Ahora bien, esa misma gira planteó otra amenaza: Para el segundo año de su gobierno, Trump probablemente ponga su mirada en el comercio, y la perspectiva de más guerras comerciales aumentará sustancialmente.
El año anterior, Trump muchas veces ha protestado sobre las prácticas comerciales injustas de otros países, como lo hizo durante la campaña electoral de 2016; pero es poco lo que hizo para convertir sus palabras en acciones. Esta inacción es entendible. Trump depende de China -uno de los mayores socios comerciales de EE.UU.- para ejercer presión sobre el régimen norcoreano, mientras que las empresas estadounidenses han hecho un lobby intenso contra cualquier medida que pudiera inhibir el comercio. Aun así, no deberíamos esperar que la aparente contención de Trump dure mucho tiempo. La “lógica” de esa ideología sostiene que los déficits comerciales son prueba de prácticas injustas de otros países y que, por ende, se las debería combatir con una acción dura y decisiva. Es más, Trump tiene un interés político imperioso en conservar el respaldo de sus seguidores más fieles. Después de Twitter, la retórica comercial de Trump es su arma más poderosa.
Hasta ahora, Trump ha querido dilatar la cuestión comercial hasta que la planeada reforma impositiva del Partido Republicano avance en el Congreso. No quiere correr el riesgo de alterar la última chance suya y de su partido de asegurarse una victoria legislativa real este año.
Una vez que la legislación impositiva esté fuera de la mesa, Trump querrá mostrar que efectivamente piensa lo que dice respecto del comercio.
Si bien algunos en el gabinete de Trump podrían rechazar los esfuerzos por aplicar el eslogan a las cuestiones que supervisan. Cada uno de ellos coincide en que los grandes déficits comerciales bilaterales de EE. UU. con países como China, Japón, Alemania y México son prueba de que los competidores le están tomando el pelo a Estados Unidos. Trump y sus asesores comerciales creen que al reducir o inclusive eliminar esos déficits, pueden crear empleos bien pagos para los trabajadores norteamericanos. Trump dejó en claro su postura en un discurso en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Da Nang, Vietnam, el 10 de noviembre. “No vamos a permitir que sigan aprovechándose de Estados Unidos”, dijo. Mas ¿qué acciones concretas tomará Trump realmente? Hasta el momento, ha abandonado el Acuerdo Transpacífico de 12 países y abrió negociaciones con México y Canadá para actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, se puede esperar que Trump transforme la retórica en acción en dos frentes principales. El primero es China, a quien Trump ha señalado como el mayor explotador comercial de EE. UU. Trump probablemente tome medidas anti-dumping contra las industrias chinas -la del acero- que, a su entender, están vendiendo sus productos por debajo del costo; y probablemente lance un ataque amplio contra las violaciones de la propiedad intelectual en China, lo que provocará una represalia de parte de China.
El otro frente principal para Trump es la OMC ,declarado oficialmente que el sistema de resolución de conflictos de la OMC perjudica a EE.UU.
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