El presidente Donald Trump obtuvo una apretada victoria en el Senado la semana pasada al aprobarse el proyecto de reforma fiscal que busca bajar de un 35% el impuesto corporativo a un 20%. De aprobarse esta nueva escala, Trump busca incentivar más inversiones en la economía. La aprobación senatorial es el recorte más importante realizado en décadas ya que toca cada esquina de la economía norteamericana. La reforma -sin embargo- no habla de recortes en el gasto del presupuesto. En cuanto al pago de impuesto sobre la renta para los trabajadores (personas físicas) impone tres niveles de tasa impositiva (12%, 25% y 35%) según sus ganancias. Los legisladores dejaron sin afectar las deducciones de las hipotecas y plantearon establecer un tope a las deducciones de las mismas. La Casa Blanca al someter estos ajustes fiscales, procuraría beneficiar a las corporaciones para incentivarlas a invertir en Estados Unidos. La rebaja a un 20% en caso de ser aprobada por el Congreso, podría ser solo un aspecto representativo, ya que generalmente, las grandes corporaciones casi nunca han llegado a tributar al fisco un 35% de los impuestos. En la votación 51-49, sólo un legislador republicano Bob Corker, de Tennessee, votó en contra. El proyecto propone además deducir los primeros $12,000 dólares que gane la persona física individual libre del pago de impuestos y los primeros $24,000 a las parejas también libre de impuestos. Las proyecciones de que esta reforma que propone Trump sea aprobada, son favorables debido al control de los republicanos en ambas cámaras. Este proyecto criticado por los demócratas, pudiera afectar también a la alicaída economía de Puerto Rico, recientemente golpeada por el huracán María, si el Congreso no aclara el alcance de la reforma y su impacto también en territorios de ultramar. La nueva espiga fiscal podría convertirse en una navaja de doble filo, según sus críticos. El líder de la mayoría republicana en el Senado Mitch McConnell, de Kentucky, calificó la aprobación de “un gran día para el país”. Los demócratas por vía de su líder, el senador (NY) Chuck Schumer, expresaron su desaprobación diciendo que: “Nadie debe de enorgullecerse sino más bien avergonzarse.” La crítica demócrata se centra en que la nueva legislación transfiere más beneficios a las grandes corporaciones, penalizando los ingresos de la clase media. Otras de las enmiendas aprobadas fue la del senador (R) por Texas, Ted Cruz, que introdujo una exención de hasta 10,000 dólares para el pago de colegiatura en colegios privados y religiosos conocido como K-12 y la enmienda de la senadora (R) Susan Collins, de Maine, que propone una deducción impositiva de 10,000 dólares sobre el pago de impuestos en los estados y gobiernos locales a la propiedad para beneficiar las personas de bajos ingresos, permitiendo sean deducibles de sus gastos médicos. Ambas propuestas fueron carta de negociación en el proyecto de reforma.
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