And You – What Race Are You?

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Probablemente en España nos quedaríamos a cuadros si el banco nos hiciera esa pregunta a la hora de pedir un crédito. En EEUU no solo es normal; es recomendable. El objetivo es evitar la discriminación. Si alguien es capaz de demostrar que no le han vendido una casa, o dado un crédito por el color de su piel, se lo puede hacer pasar muy mal al propietario o al banco. Esas clasificaciones suenan mejor en la teoría que en la práctica. Por ejemplo, yo, técnicamente, soy hispano, porque los españoles y portugueses entramos en esta categoría. A más de uno le puede dejar a cuadros que los ibéricos quepamos en cajón creado para los latinoamericanos. Pero la burocracia conoce caminos que el hombre ignora. Eso sí, en otro apartado soy caucásico, o sea blanco. Con ustedes, el hispano caucásico, Pablo Pardo. La mayoría de los españoles que conozco no quieren ser hispanos, así que en el censo se registran como “de origen europeo”. A muchos latinoamericanos tampoco les gusta que los pongan en la categoría hispana, porque la asocian a inmigrantes pobres y de razas mezcladas (y en América Latina las élites suelen ser más blancas que en EEUU, empezando, por ejemplo, por Cuba). Una vez, un español me explicó por qué se había registrado como hispano: “¡Porque, si un día tengo un conflicto, puedo denunciar por racismo a la otra parte!”. Es un argumento impecable, porque en EEUU se da por hecho que el racismo solo lo ejercen los blancos hacia los demás. Conozco a un español con doble nacionalidad que lleva viviendo en España como 20 años que logró que a él, su mujer, y sus tres hijos les dejaran entrar en un vuelo lleno alegando que le estaban haciendo racial profiling, o sea, discriminación racial. A cambio, supongo, la aerolínea echó del avión a cinco blanquitos, tal vez tan blancos como mi conocido y su familia.

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