Uncomfortable Neighbors

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No ha sido fácil para los mexicanos la llegada de Donald Trump al gobierno de los Estados Unidos. La frontera se ha convertido en su blanco preferido para desatar su furia contra los inmigrantes y acusarlos de prácticamente todos los males de su país.

Además de su constante amenaza de renegociar el tratado de libre comercio y afirmar que México se llena los bolsillos con los dólares de Estados Unidos, Trump ahora está empeñado en militarizar la frontera.

Para ello firmó una orden al pentágono y otras agencias del gobierno. “Es tiempo de actuar”, expresó la secretaria de Seguridad Nacional, haciendo eco de su jefe en su deseo de que el despliegue de militares comience “inmediatamente”.

De esta forma, Trump cree que detendrá el flujo de drogas, contrabando, pandillas, delincuentes e indocumentados que, asegura, entran a su país por esta frontera de más de tres mil kilómetros. Este anuncio y la constante presión para construir un muro que separe a ambos países son el ‘caballito de batalla’ de esta administración para insuflar ánimos nacionalistas y culpar de todos los males de su país a los inmigrantes.

Es probable que el presidente de los Estados Unidos no sea consciente de lo que está provocando, pero sus comentarios, trinos, anuncios y amenazas son factor determinante para la campaña presidencial que se desarrolla en México. Las posiciones radicales de ese mandatario han favorecido a Manuel López Obrador, el candidato populista y nacionalista que va ganando en todas las encuestas. Al eterno aspirante del Morena, muchos de sus seguidores lo ven como la mejor opción para enfrentar los dislates que pronuncia Trump en contra de los mexicanos.

Ante semejante banquete servido, López Obrador respondió al anuncio de la militarización de la frontera sur: “no aceptamos la construcción del muro ni la militarización de la frontera. No vamos a permitir que México se convierta en piñata de ningún gobierno extranjero”. Lo que de paso lo encaramó en las encuestas y consolidó el respaldo de quienes rechazan la posición del vecino.

Con un Peña Nieto debilitado, a quien Trump se ha encargado de hacer ver como un mandatario sin carácter, la opción populista gana terreno en el país azteca. De allí que el candidato oficialista José Antonio Meade haya entrado en el mismo terreno de López Obrador para mandarle un mensaje al presidente de Estados Unidos: “Que no se equivoque Trump. Mandar a su ejército a la frontera sería un agravio inadmisible para nuestro país”.

Hoy la campaña presidencial mexicana en vez de estar centrada en resolver los graves problemas de seguridad y corrupción que afectan a la población, está más preocupada por los mensajes que envíe el presidente estadounidense por Twitter y su rabiosa actuación contra los inmigrantes. Todo parece indicar que si se lo propone, él puede definir las elecciones del 1 de julio y sin quererlo, o queriendo, sus expresiones contra los vecinos terminarán interfiriendo un proceso electoral que por demás tendrá una alta incidencia en las relaciones de los Estados Unidos con América Latina.

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