Fascism Rearing Its Head

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La exsecretaria de Estado de EU, Madeleine Albright, asegura que las características del fascismo del pasado están recobrando nueva vida.

22 de Abril de 2018

Madeleine Albright, secretaria de Estado en la segunda cadencia del gobierno de Bill Clinton, acaba de publicar un libro titulado Fascismo, una advertencia. Con ese motivo fue entrevistada recientemente en la cadena CNN por el renombrado analista político Fareed Zakaria. A la pregunta de por qué escribir justamente ahora un libro como éste, la entrevistada dio cátedra acerca de los innumerables avisos de que las pulsiones y realidades que apuntan a nuevos fascismos que ahí están, bien visibles y en franca negación de la creencia de que el fascismo había sido definitivamente derrotado tras la Segunda Guerra Mundial.

El libro en cuestión revisa analíticamente cómo y por qué los sistemas fascistas del siglo XX se crearon y funcionaron, para de ahí hacer los paralelismos y analogías pertinentes a fin de diagnosticar lo que está pasando en nuestro mundo actual. Sintetizó así Albright en la entrevista los rasgos básicos detectables en diversos procesos que están hoy a la vista, hablando de cinco características fundamentales reveladoras de que el fascismo del pasado está recobrando nueva vida. He aquí la lista:

1.- El ataque sistemático a la prensa libre y medios de comunicación en general. El régimen gobernante los acusa continuamente de esparcir falsedades y armar conspiraciones que no tienen otro fin más que el de perjudicar al Estado. En esa tesitura, reprimir la libre expresión y controlar los medios no serían sino un mecanismo legítimo absolutamente necesario.

2.- Los gobernantes actúan impunemente por encima de la ley, sin rendición de cuentas ni transparencia alguna, debilitando o eliminando de plano los pesos y contrapesos institucionales que podrían contrarrestar sus poderes omnímodos.

3.- Desde las alturas de poder, constante incitación para confrontar a sectores sociales entre sí, exacerbando los conflictos internos de manera artificial.

4.- Violación de los derechos humanos bajo la consigna de que la razón de Estado lo justifica.

5.- Construcción de chivos expiatorios —individuos y/o minorías— que pasan a ser los enemigos identificados a los que hay que combatir por todos los medios.

Y lo que Albright señala es justamente que esas cinco características pueden ser fácilmente localizadas ya en varios de los regímenes hoy al mando de sus naciones. Ella cita a Turquía, Venezuela, Hungría, Polonia y Filipinas como ejemplos actuales de ese modelo, además de advertir que en otras naciones empiezan a asomar esos mismos rasgos en una avalancha de autoritarismos fascistoides que, aunque presentan matices diversos, se remiten a los mismos principios. A la pregunta de Zakaria de si Donald Trump estaría apuntando a ese modelo, Albright respondió que sin duda son observables instintos antidemocráticos muy claros en su gestión.

Y una importante observación más fue la de que, en casi todos los casos, esos modelos han surgido del seno de democracias que paradójicamente los procrean, por lo que sin duda resulta necesario realizar un examen cuidadoso de las fallas que en los sistemas democráticos producen esa clase de resultados, es decir, nuevas estructuras que finalmente se vuelven contra la propia democracia. La exsecretaria de Estado norteamericana recordó una expresión de Mussolini, quien decía que el avance en la construcción del fascismo podía ilustrarse con la metáfora del pollo que se despluma: cada día se le quita una pluma y nadie lo nota, hasta que el pollo queda totalmente desnudo cuando ya nada puede hacerse para revertir el proceso. Ciertamente, los señalamientos de Albright deben servirnos a todos de advertencia, porque la oleada de las pulsiones de tinte fascista efectivamente sigue creciendo día con día sin que estemos lo suficientemente alertas.

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