A Round on the White Man

<--

En la ciudad de Portland, en Oregón, un concienciado afroamericano llamado Cameron Whitten ha creado una hora feliz (happy hour) para que a cada ciudadano de color que vaya a un determinado bar le correspondan 10 dólares en consumiciones pagadas por blancos.

El objetivo es iniciar así el proceso de desagravio e indemnización de esas comunidades por todo lo que los blancos les han hecho sufrir a lo largo de la Historia. Whitten ya se ha apresurado a pedir perdón con carácter retroactivo por, precisamente, la idea, ya que ésta podría interpretarse como un intento de frivolidad ese sufrimiento. Se trata de pedir perdón por hacer que otros pidan perdón. A continuación, Whitten se ha metido en una pelea online por el tratamiento informativo que el periódico progresista por antonomasia, el New York Times, ha dado a su iniciativa.

La happy hour de Whitten revela lo bien que se lo han montado los negros en Estados Unidos. Ni son la minoría más numerosa (ésa es la latina), ni la peor tratados, ni históricamente ni en la actualidad (ese lugar corresponde a los indígenas), pero han monopolizado el debate sobre las relaciones raciales. Así es como se ha llegado a una situación en la que cualquier cuestionamiento de lo que haga un negro es racista. Eso incluye desde el hip-hop hasta exhibiciones de racismo por los negros como la realizada por Chris Rock, en la entrega de los Oscar, en 2016, encontró muy gracioso el trabajo infantil en Asia.

Los Estados Unidos de 2018 son un país fracturado a muchos niveles y por muchas razones. Una de ellas es ésta. Hoy, muchos blancos de nivel educativo bajo sienten que ellos pagan la ronda de los demás. Puede que no tengan razón. Pero nadie se va a molestar en debatir con ellos.

About this publication