The NAFTA World Cup

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En una de ésas, terminamos agradeciéndole a la FIFA que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte sea renegociado y firmado. En una de ésas. Mientras se tambalea la relación comercial en Norteamérica, en el futuro se afianza este caminar conjunto de la región, que va mucho más allá de los caprichos de un presidente. ¿Cómo estará México en 2026? ¿Quién gobernará Estados Unidos? ¿Quién Canadá? No sabemos lo nombres que estarán al frente de estos tres países. El presidente que elegiremos el 1 de julio ya tendrá dos años fuera. Y en el hipotético caso de que Trump se reelija, también habrá terminado ya su segundo mandato.

Sin embargo, a esta región la une más que el comercio y un tratado. Es el deporte, por ejemplo. Pero también son los turistas estadunidenses que aman las playas mexicanas. Son los mexicanos que disfrutan las montañas de Canadá. Son los estudiantes que buscan expandir su desarrollo en éstos, sus socios que están territorialmente arriba de nosotros, pero también aquellos que vienen a nuestro país para buscar terreno firme y expandir su conocimiento. Son los pintores, artistas, actores, actrices, cantantes, que han hecho de esta región su centro de operaciones, que encuentran aquí su mercado, su nicho. México, Estados Unidos y Canadá son la atmósfera en donde se intercambian ideas, sueños y pasiones. Son los ciudadanos de los tres países que transitan por sus fronteras, legal o ilegalmente, pero cruzan y lo seguirán haciendo, porque no hay muros que frenen la esperanza y las ganas de progreso. Y es que formamos una región que está unida no sólo por motivos comerciales, aunque igual éstos no son pocos; escribía ayer Diego Petersen: “Lo que no puede cambiar ningún presidente o primer ministro, sea tonto o inteligente, xenófobo o abierto, son los más de mil billones de dólares que se intercambian cada año entre los tres países, ni los más de un millón de dólares en mercancías que cada minuto cruzan la frontera de aquí para allá y de allá para acá. Lo que no puede cambiar ningún presidente es lo importante que somos los unos para los otros y que juntos los tres valemos más que solos…”.

Y qué cosas nos unen más, sino las emociones. Así como el arte, el deporte es también una de esas válvulas de escape por donde encontramos coincidencias, donde nos reconocemos como especie. La organización del primer mundial con tres países sede no podía encontrar mejores protagonistas. Porque somos una región que se conoce, que a pesar de las decisiones de un personaje, no se ha soltado y, con el 2026 ya marcado por uno de los máximos eventos a nivel mundial, tiene más razones para aferrarse a una relación fraterna.

Y para muestra: “Los Estados Unidos, junto a México y Canadá, realizarán la Copa del Mundo. ¡Felicitaciones! ¡Buen trabajo!”, tuiteó Donald Trump tras el anuncio hecho por la FIFA. Sabe la importancia de la relación tripartita. “No voy a hablar de política, pero quiero decir que el futbol es tan poderoso que unió a los tres países para hacer una propuesta que hoy fue votada. Hoy, el futbol mandó un fuerte mensaje, la pelota vuela por arriba y no hay barreras que la detengan…”, dijo Decio de María, presidente de la Federación Mexicana de Futbol. Y así como las autoridades deportivas cabildearon para hacer esto una realidad, es cierto que ahí, me dicen, también estuvo el trabajo de Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos. Los caminos para aceitar la relación de la región son también un trabajo político que se enriquece con esas otras aristas que forman la fraternidad norteamericana. Tal vez en ocho años haya un TLCAN recargado, apenas que le haga para una justa mundialista que, por 30 días, mantendrá unido al mundo gracias al trabajo y hospitalidad de esta región.

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