Verano del 82
Sucedió en el verano de 1982. Así ha recordado Christine Blasey Ford con voz entrecortada el episodio traumático que, según ella, vivió a los quince años cuando otro adolescente llamado Brett Kavanaugh la asaltó sexualmente en la habitación de una casa donde un grupo de jóvenes se había reunido.Aquel suceso ocurrió hace más de 30 años, antes de que Blasey Ford se forjara una notable carrera como profesora de Psicología. Mucho antes de que su presunto agresor se convirtiera en un reputado juez y acabara siendo el candidato del presidente Donald Trump al Tribunal Supremo de Estados Unidos.Tres décadas después los dos han testificado ante el comité judicial del Senado. Para Blasey Ford aquel guateque acabó en pesadilla cuando, según su testimonio, Kavanaugh y otro chico la encerraron a la fuerza y forcejaron con ella. Lo que más terror le infundió fue el instante en que supuestamente Kavanaugh le tapó la boca y temió morir ahogada. Luego, en el fragor de la pelea, la muchacha consiguió escapar. Sus agresores se limitaron a lanzar risotadas antes de olvidarse de su presa.Desde que salió a la luz esta acusación -a la que se han sumado otras dos de mujeres que aseguran haber sido víctimas de abuso sexual por parte del juez- Kavanaugh ha negado cualquier comportamiento indebido. El nominado del presidente Trump asegura que son “calumnias de última hora”. Pero el magistrado Kavanaugh es una figura pública que aspira a un puesto trascendental y vitalicio: ser uno de los nueve jueces del máximo ente judicial de la nación. Si en Estados Unidos una entrevista para un puesto relevante en una empresa viene acompañada de un proceso en el que se revisa el historial del candidato, el escrutinio de la trayectoria de Kavanaugh exige la más honda de las consideraciones. Con la sombra que se cierne sobre él, se debe llegar hasta el fondo del asunto con una investigación independiente.Kavanaugh se lamenta amargamente y sostiene que la víctima es él pero, ¿qué gana Blasey Ford al relatar el presunto intento de violación que sufrió cuando era una menor? Aquella noche, avergonzada y aturdida, no les dijo nada sus padres. Con el paso del tiempo lo supieron sus amigos más íntimos, su esposo y la psicóloga que la atendió en 2012. La presunta víctima le ha dicho al comité judicial: “Mi responsabilidad es decir la verdad”. ¿Acaso hay motivos de peso para no creer el potente testimonio de Blasey Ford? Días antes de la audiencia Trump intentó desacreditarla. Quien defiende la integridad de Kavanaugh es el mismo hombre que se ha jactado de agarrar a las mujeres por el “coño”. En el libro que acaba de publicar el periodista Bob Woodward, al defenderse de quienes lo han acusado de abuso sexual, se cita al presidente: “Hay que negar, negar, negar y pararles los pies a estas mujeres.” La mala reputación de Trump le hace un flaco favor al magistrado.En su testimonio Christine Blasey Ford recordó aquel verano del 82: “Así fue cómo conocí a Brett Kavanaugh, el muchacho que me asaltó sexualmente.” Los malos recuerdos se pueden enterrar pero no se borran.
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