El ‘escándalo Ted Kennedy’
El impacto mediático de la familia Kennedy es como un pozo sin fondo. No hace mucho conmemorábamos el centenario del nacimiento del presidente John F. Kennedy, con su asesinato como horizonte. Hace unos meses (6 junio de 2018) se cumplía el 50 aniversario del asesinato de Bob Kennedy, en plena carrera hacia la Casa Blanca. Un sector del partido demócrata mira al joven congresista Joe Kennedy III (nieto de Bob Kennedy) como posible candidato a la Presidencia. En fin, hace unos días (18 de julio) se cumplían los 49 años del increíble caso de negligencia del senador Ted Kennedy, que acarreó la muerte de Mary Jo Koppechne en un puente de la isla de Chappaquiddick. El estreno de la película El escándalo Ted Kennedy prácticamente ha adelantado un año el 50 aniversario, por la repercusión que está teniendo en los medios. Permítanme detenerme aquí en este oscuro episodio, cuya versión oficial es discutible.
Estos son los hechos. En la tarde del 18 de julio de 1969 se reunían seis jóvenes mujeres solteras y seis varones maduros (todos casados, excepto uno) en una aislada casa de la pequeña isla de Chappaquiddick, muy cercana a uno de los lugares de veraneo más chic de Estados Unidos: la isla Martha’s Vineyard. Ellas son las “chicas de la sala de calderas” -como cariñosamente se las llama-, secretarias y ayudantes del candidato a la Presidencia, asesinado poco antes. Ellos, colaboradores cercanos del fallecido Bob. La reunión tenía por objeto celebrar la lealtad y profesionalidad de las seis secretarias. A la reunión asistían las dramatis personae: Ted Kennedy, el menor de la saga y senador por Massachusetts, y la atractiva Mary Jo Kopechne. Según la posterior declaración del senador, en la fiesta ambos entablaron conversación y abandonaron la reunión hacia las 11:15 pm.
La razón -añade el senador- fue acompañar a la joven en el transbordador hasta el pueblecillo cercano de Edgartown, y de ahí al hotel de la chica. Lo cual es dudoso, pues Mary Jo dejó su bolso y llaves en la aislada casa. Estaba muy oscuro y los faros del coche repentinamente iluminaron un estrecho puente para coches que servía para cruzar la laguna. El coche patinó a un lado del estrecho puente, cayó al agua y quedó con las ruedas hacia arriba. Siempre, según la declaración del senador, pudo salir del coche por la ventanilla y se zambulló varias veces en el agua, intentando encontrar a la chica. No llegó a verla y regresó corriendo al lugar de la reunión para pedir ayuda. Su primo Gargan lo acompañó al lugar del accidente y juntos bucearon varias veces.
Sin avisar a las autoridades abandonaron su infructuoso empeño y regresaron al hotel donde se hospedaban. A la mañana siguiente, Ted se dirigió en el transbordador hasta Chappaquiddick y allí supo que el cadáver había sido encontrado. Solo entonces se presentó a prestar declaración. En sus Memorias, Edward Kennedy dirá: “No estoy orgulloso de aquellas horas y mis actos fueron inexcusables. Es posible que a lo largo de los años no lo haya reconocido con la suficiente claridad”.
Frente a esta versión -como adelanté en otro lugar-, un minucioso trabajo de Jack Olsen, (“genuino maestro de la criminología y el periodismo”, según The Washington Post) adelanta otra hipótesis, después de analizar las numerosas contradicciones del relato del senador (J.O, The Bridge at Chappaquiddick, Hardcover 1970 ). En realidad -siempre según Olsen- la pregunta que debió hacerse no es la de ¿cómo ocurrió?, sino, ¿de verás ocurrió?
En la encuesta y en las investigaciones posteriores se puso de manifiesto algunas lagunas e inexactitudes en la declaración del senador. Pero siempre se achacaron a su estado de “conmoción y pérdida temporal de consciencia”. Sin embargo, Olsen se fija más bien si Kennedy efectivamente iba dentro del coche cuando se hundió en la laguna. Para el autor del trabajo la respuesta es negativa. Y, analizando a fondo lo sucedido, su conclusión es la siguiente.
En la encuesta judicial se tomó nota de la declaración de un policía (Huck Look) que aseguró haber visto detenido a las 00.45 h el coche accidentado, con dos personas en su interior. Al ir a ver lo que sucedía, el coche arrancó y desapareció. El policía siguió su camino. Según Olsen, lo ocurrido fue que al ver en la lejanía que el policía (al que Ted conocía bien) se acercaba, el senador temió que lo vieran en situación comprometida con Mary Jo, se bajó del coche, se ocultó en la maleza y le dijo a la chica que recorriera unos kilómetros y volviera a por él. La secretaria estuvo de acuerdo, pero no logró dominar bien el coche (un pesado Oldsmobile 88) y, más adelante, al volver, cayó a la laguna.
Mientras tanto, Ted -ajeno a este hecho- al comprobar que no volvía, creyó que se había atascado en algún sitio de la isla. Volvió al lugar de la fiesta y con dos amigos recorrió el camino y los alrededores. Al no encontrar el coche volvieron al hotel. A la mañana siguiente, supieron del hallazgo del vehículo con la chica ahogada dentro. Cuando John Farrar, un buzo del departamento local de bomberos, encontró el cuerpo de Kopechne, su posicionamiento sugiere que permaneció viva por un período indeterminado de tiempo (un experto habló de «hasta cuatro horas»), después de que el coche se sumergió bajo el agua. Sus manos permanecían aferradas a la parte posterior del asiento delantero, como si hubiera intentado empujar su cabeza hacia la bolsa de aire.
El juez -al dictar la sentencia de dos meses de internamiento por negligencia, que fue dejada en suspenso- añadió: “El acusado ya ha sido y seguirá siendo castigado más allá de cualquier condena que este tribunal pudiera imponerte”. Tenía razón. Después de este incidente -sea cual sea la verdadera versión de lo ocurrido- el crédito y la bonhomía del último de los Kennedy quedaron maltrechos y el evento nunca llegó a ser totalmente olvidado por los estadounidenses. Incluso sus hijos y sobrinos sintieron resentimiento contra él: “No daba la talla de tío Bobby”, comentaban.
En la película antes mencionada, hay un momento en que el padre de los Kennedy -Joseph, inmovilizado por un ictus cerebral- abofetea a Ted y le dice: “Tú nunca serás grande”, al compararlo con sus hijos John y Bob. Aunque fue llamado “el león del senado”, la verdad es que Teddy en 1980 se presentó a la Presidencia, siendo derrotado por Carter. Nunca fue presidente. A partir de él, la familia, que hasta entonces había sido víctima de conspiraciones, se convertía en presunta culpable de conspiración.
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