El presidente y los republicanos controlan el Ejecutivo y, de momento, el Senado y la Cámara de Representantes, y ahora pasan también a dominar el poder judicial
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El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump en un mitin de NICHOLAS KAMM / AFP
Y si la presidencia de Trump no fuera solo una gran trola, un trampantojo, únicamente un reflejo de la caricatura de un presidente insólito y desavisado? Transcurrida más de la mitad de su mandato y ante las cruciales legislativas del 6 de noviembre, que renovarán el Congreso, y que de ir bien para los republicanos generarán la posibilidad, hasta ahora impensable, de que Trump repitiera otros cuatro años tras ganar de nuevo la Casa Blanca en 2020, es admisible una respuesta afirmativa a la pregunta inicial. Su presidencia puede significar algo más. Y durar.
Porque el presidente mantiene razonablemente blindada su base electoral de trabajadores blancos con pocos estudios. El abandono de los demócratas por muchos de estos votantes, por el descontento económico y su fe en la promesa proteccionista del América primero, consiguieron la sorpresa en 2016. ¿Quién se quedó atrás en los años de Obama? Estos trabajadores, entre 25 y 54 años, perdieron 6,5 millones de empleos más de los que ganaron en ese periodo; los hispanos ganaron 3 millones, los asiáticos millón y medio y los negros, un millón.
Y Trump empieza a encadenar éxitos. La rehabilitación del crucial tratado de libre comercio de América del Norte, imponiendo sus condiciones a los dos vecinos fronterizos, México y Canadá, aplicando una fuerte presión negociadora para lograr una solución de suma cero, en la que la superpotencia gana más y los otros pierden. Y un segundo logro más trascendente aún. Trump y los republicanos controlan el Ejecutivo y, de momento, el Senado y la Cámara de Representantes, y ahora pasan también a dominar el poder judicial, el último símbolo de poder que se les escapaba, al situar en el templo de mármol del alto tribunal en Washington al juez Kavanaugh, puesto vitalicio, y consolidar por muchos años una mayoría conservadora en el mismo (5 votos contra 4 de los liberales).
Crece la impermeabilidad de Trump, blindado por su astuto manejo de la muchedumbre digital, ante las críticas y denuncias de los medios más serios que investigan a fondo a la actual Administración. Ha pasado prácticamente desapercibida la extraordinaria investigación del New York Times, más de 50.000 palabras (el espacio de 10 páginas de este periódico) denunciando la falsedad de Trump como empresario hecho a sí mismo con la herencia de un millón de dólares de su padre
Una mentira más. Papá Fred le prestó sucesivamente al menos 413 millones, en dólares de hoy, para sus negocios inmobiliarios en Manhattan y en los casinos de Atlantic City. Tras recibir las donaciones, Donald aplicaba deducciones fiscales fraudulentas en colaboración con su progenitor. De una fortuna heredada por los hijos de Fred Trump de más de mil millones de dólares, que debiera haber pagado al tipo del 50% unos 550 millones, solo pagaron 52 millones de dólares, un 5%, según las pruebas aportadas por el NYT.
En este virado a negro de la democracia que estamos viviendo (Bolsonaro en Brasil, el Brexit, Italia), en el que el ejemplo del presidente estadounidense ha sido importante, debemos tomar en serio a Trump.
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