Qué tiempos aquellos, en 1996, cuando no sólo se hablaba sino que ya se trabajaba en delinear lo que sería el Tratado de Libre Comercio de las Américas, mismo que sumaría al existente TLCAN al resto del continente. En esos tiempos se exploraba también la posibilidad de que tuviera características similares a los acuerdos entre los países comunitarios con respecto a sus nacionales y que se movieran libremente en lo laboral. Hoy, el principal problema que aqueja al Continente Americano, desde Brasil hasta Estados Unidos es la migración, el cierre de las fronteras y los derechos humanos. Así la realidad.
La crisis migratoria que vive México, con respecto a la caravana de centroamericanos que buscan ingresar al territorio nacional para de ahí cruzar a los Estados Unidos, es, sin duda, una de las graves consecuencias del abandono de la región y de no retomar una agenda para el desarrollo continental, particularmente con respecto a aquellos países que hemos atestiguado como se han deteriorado sus condiciones de seguridad, crecimiento y democracia, situación ante los que tantos y tantos líderes han guardado silencio.
Países como Honduras, El Salvador y Guatemala, principales actores centroamericanos, encabezan constantemente el nivel de muertes violentas en el mundo, combinan esta circunstancia, como muchas veces sucede, con una economía que no crece y que no genera oportunidades de trabajo lícito. Ante esta circunstancia es natural el flujo de migración hacia el norte, huyendo de la violencia y en busca de mejores oportunidades para sus familias.
No es casualidad entonces que miles de personas, mujeres y bebés incluidos, viajen en una caravana hacia México, lo que ha puesto al gobierno federal en una crisis diplomática con Estados Unidos, particularmente con su Presidente Donald Trump, mientras nuestros gobernantes tratan por otro lado de ser congruentes con lo que constantemente se demanda de los norteamericanos, respeto a los derechos de los migrantes. Los funcionarios dicen que no jugaran al son que les toque Trump, pero los twitts mañaneros han hecho que nuestra moneda recienta en su cotización el embate de nuestro poderoso vecino.
En Estados Unidos están en la víspera de elegir a todos los miembros de la Cámara de Representantes y a una tercera parte de los Senadores, lo cual es determinante con vías, no sólo a la elección presidencial de 2020, sino la posibilidad de tener mayor influencia de los demócratas, en caso de recuperar una u ambas cámaras, en el presupuesto y las leyes que se aprueben o no en ambas cámaras. En esa competencia es fundamental el debate sobre la migración, Trump lo sabe y ahí estará tratando de orillar a los demócratas, mientras los republicanos radicales confirman así su decisión de refrendar la mayoría a ese partido en ambas cámaras, si es que eso ayuda a la agenda antimigración y la reelección de Trump.
Así, en medio de intereses políticos, de los mexicanos y los norteamericanos, los migrantes están por llegar a la frontera, donde se les podría negar el tránsito, o podría permitírsele para entrar quizá a un infierno peor del que huyen, entre el reclutamiento del crimen organizado, los polleros, la corrupción y tantos otros peligros a los que se enfrentaran. Esta es sin duda la consecuencia de esa política internacional abandonada por Estados Unidos, México y otros países en América. Hoy ni TLC de las Américas ni humanismo que valga.
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