Donald Trump convierte las legislativas en un plebiscito
Hay que remontarse bastante tiempo para recuperar una campaña de las elecciones legislativas de medio mandato estadounidenses en las que el inquilino de la Casa Blanca se haya implicado de manera tan activa. Donald Trump y su ególatra temperamento lo han hecho hasta el punto de que ha pretendido convertir los comicios del martes en una suerte de plebiscito sobre su figura. Los demócratas se han prestado al juego, conscientes de que la polarización social que causan los movimientos domésticos e internacionales de Trump pueden traducirse en una victoria que al menos camufle la ausencia de un líder fuerte con el que disputarle la presidencia en 2020. Pese a que elevar a la calidad de referéndum estas legislativas resulta excesivo, su relevancia de cara a marcar la agenda del Congreso y, sobre todo, del mismísimo presidente es indudable.
En estas midterm se renuevan 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 que conforman el Senado. Pero esto es sobre el papel, pues en la realidad tan sólo 48 asientos de representantes se consideran en liza y de las 35 plazas de senadores, 26 de las que están en disputa corresponden hoy a demócratas, por nueve republicanas. Si a ello se le añade la circunstancia de que esta cita electoral históricamente ha servido para darle un toque de atención al Gobierno, el escenario más factible tras las urnas pasa por la recuperación de la Cámara Baja para los demócratas y la conservación de la Alta para los republicanos. A largo plazo, la derrota de Trump podría no suponer nada, políticamente hablando. El ejemplo más claro está reciente: pese al correctivo que Obama sufrió en las midterm de 2010 -cuando perdió ambas cámaras-, dos años más tarde revalidó su sillón en el despacho oval. Y su popularidad de entonces era bastante semejante a la del actual presidente. Sin embargo, de cristalizar tal hipótesis los efectos a corto plazo podrían socavar su imagen
La Cámara de Representantes, por ejemplo, podría aprobar un impeachment, para lo que se necesita solo mayoría simple. Y aunque el juicio político moriría en el Senado, donde el bloque republicano anularía toda consecuencia práctica del proceso, sí podría servir para debilitar la imagen del presidente. Pero sin duda lo más preocupante para Trump sería que los demócratas pasarán a controlar las presidencias de los comités de la Cámara Baja. Hasta ahora en poder de los republicanos, éstas han torpedeado todos los intentos de investigar la trama rusa en el Congreso. Un cambio de color no sólo desbloquearía una segura reprobación parlamentaria por el escándalo de las injerencias en la campaña de 2016, sino que permitiría a los demócratas impulsar una serie de investigaciones de potencial impredecible: los casos que involucran a Trump van desde su relación con prostitutas al blanqueo de capitales. El precio en términos de imagen podría suponer una factura que quizás dividiría aún más a su propio partido.
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