Una buena noticia nos llega desde Estados Unidos: los demócratas han ganado la mayoría en la Cámara de Representantes.
Es una derrota para Trump por varias razones.
Primero, porque, literalmente, es el primer fracaso electoral del Presidente del vecino del norte. Contra lo que predecían encuestas y apuestas de que Trumpnunca se convertiría en el candidato presidencial republicano, el magnate sorprendió quedándose con dicha candidatura.
Una gran victoria. Luego, contra lo que volvieron a predecir encuestas y apuestas de que nunca ganaría la Presidencia de Estados Unidos, Trump superó a Hillary Clinton. Otra gran victoria.
Ahora, de nuevo, encuestas y apuestas apuntaban a que los demócratas le arrebatarían la mayoría en la Cámara de Representantes a los republicanos. Trump hizo de esta elección un plebiscito de su persona.
Se puso a hacer campaña. Pero ahora las encuestas y apuestas sí le atinaron. El partido del Presidente ya no tendrá mayoría en la Cámara baja. Se trata de la primera derrota en las urnas para Trump.
Segundo, gracias a la victoria de los demócratas en la Cámara de Representantes, hemos regresado a la lógica de los pesos y contrapesos del sistema político estadunidense. La narrativa ha cambiado.
Las especulaciones son de cómo se comportará la oposición desde el Congreso vis-a-vis la Casa Blanca.
Para comprobarlo, imaginemos el escenario contra factual, es decir, que los republicanos hubieran retenido la mayoría en ambas cámaras del Poder Legislativo. ¿De qué estaríamos hablando hoy? De cómo Trump, contra viento y marea, es invencible.
De cómo la política en Estados Unidos se ha personalizado en la figura del Presidente. De cómo el movimiento populista de derecha llegó para quedarse por un buen tiempo. Afortunadamente, no sucedió. Con esto no estoy diciendo que Trump ya perdió la reelección en 2020. Lo que afirmo es que ya vimos que es vulnerable.
Es también una derrota para el discurso nativista, racista y xenófobo que tanto gusta a la base social de Trump. Ese no va a cambiar. Los que sí cambiaron fueron algunos de los votantes de centro quienes modificaron su voto entre 2016 y 2018.
Hace dos años sufragaron a favor de Trump. Ahora apoyaron a los demócratas. El cambio fue, particularmente, importante en mujeres de raza blanca. Su voto permitió la llegada de más mujeres al Congreso y de perfiles sociodemográficos más diversos. Destaca que, por primera vez en la historia de Estados Unidos, habrá dos musulmanas en la Cámara de Representantes.
Esto es un gancho en el hígado para la base electoral de Trump: hombres blancos de edad media que se sienten amenazados por la creciente diversidad de la sociedad estadunidense.
Por todas esas razones, yo sí creo que la del martes fue una derrota electoral para Donald Trump. Ahora bien, eso puede tener complicaciones en la agenda bilateral de México con Estados Unidos.
El tema más preocupante tiene que ver con el nuevo Tratado de Libre Comercio: el T-MEC. Este acuerdo debe ser aprobado por ambas cámaras del Congreso estadunidense. Teniendo el aval de la Casa Blanca, no tendrá problema para pasar en el Senado controlado por los republicanos. La pregunta es qué harán los demócratas ahora dominado por los demócratas. Visualizo dos opciones.
Primero, que impere la política estadunidense a la antigüita, es decir, que la Casa Blanca salga a buscar los votos en el Congreso a favor del T-MEC con el cabildeo en tándem de Canadá y México.
Que se rompa la disciplina partidistas y algunos demócratas voten a favor del T-MEC. Para tal efecto, se tendrá que hacer el mapeo de cada uno de los representantes para ver su probabilidad de votar favorablemente y cabildearlos con la consabida política del quid-pro-quo que solía operar en el sistema estadunidense.
La segunda es que impere la política de la polarización que tanto gusta a Trump. Que los demócratas decidan que no pasará ninguna legislación enviada por la Casa Blanca, incluyendo el T-MEC.
Que el liderazgo demócrata congele esta iniciativa de tal suerte que nunca pase al Pleno para su votación. Si eso sucede, mientras el T-MEC no sea aprobado, seguirá vigente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte actual. Ahora bien, Trump podría amenazar, de nuevo, con invocar el artículo 2205 del tratado vigente para sacar a EU de este instrumento.
Esto con el objeto de presionar al Congreso hasta que ratifiquen el nuevo T-MEC. Igual lo logra, igual y no, todo lo cual nos lleva a la conclusión de que una nueva incertidumbre se ha generado sobre la economía mexicana producto de los resultados de la elección del martes en EU.
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