Una aplicación y una tarjeta de crédito: eso es todo lo que se necesita para usar un coche sin conductor de Google en alguna ciudad de Estados Unidos. Hay que rendirse ante lo que ha inventado el hombre blanco de Silicon Valley.Pero a mí, lo que me fascina no es que el gigante tecnológico haya puesto al alcance del último mono un taxi sin auriga, sino un buscador gratuito conectado con todo el conocimiento. Puedes conocer lo que se sabe, lo que se ha sabido y lo que se sabrá, en un instante, tecleando en un ordenador o un teléfono móvil.Googleando puedes encontrar a tu padre, saber quién va a ganar unas elecciones y confirmar si el que dijo “Cartago debe ser destruido” fue Catón el Viejo o Catón el Joven. Miles de millones de personas están enganchadas en ese viaje hacia la información y el deleite.La influencia de las redes es tan grande que Trump, surgido de una tormenta de la nube, acusa ahora a los buscadores de internet de favorecer a los demócratas. Además, todos los partidos utilizan sicarios a sueldo para injuriarse entre sí y calumniar a los adversarios con libelos anónimos.Se decía que los tres genios que habían ideado el pensamiento científico de la modernidad eran Darwin, Freud y Marx. Darwin fue el fundador de la biología racionalista sobre la evolución paralela -aunque desigual- del escorpión y el mono. Freud, ahora pasado de moda, inventó el psicoanálisis. Carlos Marx rectificó las bases de la política; Lenin exageró al decir que su doctrina es omnipotente porque es exacta: se equivocó al pensar que el capitalismo tenía carácter transitorio, pero está claro que cambió la manera de razonar. Es muy posible que algún día se dirá que la revolución cultural, mil veces superior a la que iluminó la imprenta, fue la que organizaron en una mesa de ping-pong de un garaje de California Sergey Brin y Larry Page. Ellos profetizaron: “Google será el otro tercio de nuestro cerebro”. Los dos empollones crearon una secuencia infinita de datos sintetizados en un algoritmo y se inspiraron en el termino gúgol, que se refiere al número 1 seguido de 100 ceros. Este prodigioso buscador está siempre de guardia, como las farmacias. Nos alejó del vicio de la televisión, nos acercó a la biblioteca sin tener que gatear por el anaquel y nos enseñó, sin clérigos de la cultura, a navegar por el espacio del conocimiento y la información de última hora. Conectamos sin cable y viajamos con todos los seres del planeta. No es decente que por ganar más millones nos amenacen con un coche sin conductor.
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