Trump Pretends To Be President

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En su primer discurso trasmitido teniendo a la Oficina Oval como escenario, se esperaba que Donald Trump declarara como emergencia nacional a la frontera sur, no sucedió. De hecho la sorpresa fue que por un momento vimos al empresario, estrella de un reality show, actuando como un Presidente normal. Casi parecía que estábamos frente a un político como tantos otros.

Trump describió la situación en la frontera como una crisis humanitaria que crece. De hecho reconoció que los inmigrantes enriquecen a su país. Expresó preocupación por los afroamericanos y por los trabajadores hispanos. Lamentó los asaltos sexuales que sufren las mujeres inmigrantes en su travesía hacia el norte y dijo que los políticos y los ricos ponen bardas y rejas en sus casas “no porque odien a la gente de afuera, sino porque aman a la gente adentro”.

Pero el Trump presidencial no duró mucho, pronto empezó a culpar a los inmigrantes de ser drogadictos, violadores, asesinos y de afectar negativamente a la economía de su país. En términos generales los culpó de prácticamente todos los males que afectan a la sociedad aquí, preguntándose “¿cuánta más sangre estadunidense vamos a permitir que se derrame a causa de ellos?”

Para empezar, en caso de que fuera cierto que Trump no odia a los de afuera, seguro eso no incluye a los mexicanos, ya que en cada oportunidad que tiene nos insulta. Y en cuanto a su preocupación por las mujeres, serán las de su familia, porque es bien sabido que el mandatario ha presumido que cuando tiene mujeres enfrente, lo que le gusta es tocar sus genitales.

Nada absolutamente en su discurso fue nuevo ni noticioso. Nadie entiende porqué la Casa Blanca pidió a las cadenas de televisión que lo trasmitieran en horario estelar, ya que en realidad fue un esfuerzo inútil. El mandatario no anunció lo más ansiado: que se reabriría el Gobierno, paralizado ya en su tercera semana. Tampoco ofreció razones que no había dicho antes sobre su terquedad de construir un muro con México.

Como se sabía de antemano que ocurriría, el Jefe de la Casa Blanca dijo mentiras, empezando por describir los más horrendos delitos que según él cometen en gran número los inmigrantes. Sin embargo, las estadísticas indican que quienes son de fuera tienden a cometer menos crímenes, incluyendo asesinatos y otros delitos violentos, que aquellos nacidos y educados aquí.

Una y otra vez Trump habló de la falta de seguridad en la frontera, pero las cifras indican que en el año fiscal que terminó en septiembre de 2018, mucho menos personas entraron ilegalmente al país que en 2014 y 2016, mientras que en el mismo tiempo se duplicó el número de individuos que entraron legalmente y se quedaron aquí, aun luego de que sus visas expiraron.

El mandatario dijo que por la frontera sur entran a Estados Unidos todo tipo de drogas, por lo que, dijo, cada semana mueren 300 estadunidenses por sobredosis de heroína. Y es que está comprobado que el 90 por ciento de la heroína aquí sí proviene de México, pero ésta es introducida por los puntos legales de entrada, inclusive aeropuertos, por lo que un muro no servirá para detenerla.

Que México pagaría por el muro fue la frase más exitosa de su campaña, pero una vez convencido que el Gobierno mexicano no le dará un cinco, Trump aseguró que ­México pagará indirectamente con el nuevo tratado comercial que junto con Canadá se firmó en noviembre pasado y que supuestamente traerá enormes ganancias a Estados Unidos. El problema es que el acuerdo aún no ha sido aprobado por el Congreso, no se sabe si lo aprobará y, de aprobarse, los expertos en finanzas dudan de que efectivamente traerá esos enormes beneficios.

La desesperada maniobra de Trump de parecer Presidente simplemente no funcionó. Su mensaje fue el mismo: los inmigrantes sin documentos son una lacra y sólo un muro podrá frenarlos. La mayoría de las estadísticas indican que sólo un 30, o en casos 40 por ciento de sus conciudadanos apoya su construcción y un 50 por ciento se opone.

La verdadera crisis nacional, dicen sus oponentes, está en el cambio climático que Trump se niega a reconocer; en el problema racial sin fin, en la falta de atención médica que sufren 30 millones de estadunidenses y en el hecho de que la mitad de la población de la tercera edad, no tienen ahorros de qué vivir. Y con eso los inmigrantes no tienen nada que ver.

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