Trump’s Victims and Victimizers

 

 

 

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La decisión del presidente Trump de declarar una emergencia nacional para derivar fondos para la construcción del muro en la frontera norteamericana con México es presentada como una respuesta al ingreso ilegal de inmigrantes y a la entrada de drogas.

Los analistas de diversos medios de todo el mundo han hecho énfasis en que el número de inmigrantes, que cruzan dicha frontera está muy lejos del récord registrado a comienzos de siglo. En cuanto al ingreso de drogas ilícitas al territorio norteamericano, un muro no resuelve el problema porque las vías de entrada de las mismas son múltiples.

Mientras las organizaciones criminales y de narcotraficantes se mueven en jet, las respuestas de los Estados andan en bicicleta. Quiero señalar con esto que ya el flujo de drogas que llegan a los distintos estados de los EE.UU. se canaliza mayoritariamente por otras vías que no son la frontera que pretende amurallar Trump.

Al margen, entonces, de que los argumentos para declarar una emergencia nacional se caen al mismo tiempo que son esgrimidos, muestran dos aspectos centrales de la construcción de la imagen de Trump: la estigmatización de las masas migrantes, de un lado y la negación de uno de los problemas centrales de la sociedad norteamericana, esto es: la drogadependencia. La frivolidad de tal política salta a la vista. Se piensa en la próxima elección a espaldas de los dramas mundiales que aquejan a la humanidad.

El mes de enero del año pasado ha sido el más trágico de este siglo en EE.UU a causa del consumo de drogas. Por esa razón murieron 29.416 personas (consumo de opioides sintéticos). Cinco años antes, el número de muertos fue de 5.978.

Según datos del Centro Nacional de Estadística de la Salud de Estados Unidos, en ese mismo mes del año pasado otras 15.227 personas murieron por consumo de heroína, 14.510 por consumo de cocaína, 10.523 por estimulantes y 3.160 por metadona.

La tradición de las administraciones norteamericanas ha sido negar este drama que vive esa sociedad. Autoridades de varios estados han acusado a laboratorios de productos farmacéuticos porque no brindaron la información necesaria sobre la capacidad adictiva de medicamentos de su producción.

Es evidente que eso ocurre en EE.UU. y en todo el mundo. Pero esa actitud, como la construcción de un muro de clara concepción xenófoba, muestra la permanente actitud de las autoridades norteamericanas de negar el problema de las adicciones de su población y poner la culpa afuera.

La otra razón que invoca Trump para su declaración de emergencia nacional –la inmigración- revela el desinterés del presidente norteamericano para resolver esa problemática que afecta a todo el planeta. De hecho, EE.UU. no acompaña las discusiones y las posiciones que se adoptan en organismos internacionales en ese tema, de igual manera que ignora las políticas comunes adoptadas en defensa del medio ambiente.

Cifras que leí en un artículo de Europapress: “En el mundo hay 244 millones de inmigrantes que viven en un país distinto al que nacieron, una cifra que supone un incremento del 41% desde el año 2000. De este total, más 20 millones son refugiados, una cifra que no se superaba desde 1992“.

No es necesario detallar las razones por las que esas masas migrantes abandonan sus países de origen para buscar un modo de vida para justo y digno. Sólo destaco el comienzo del Informe 2017 de Oxfam: “Los nuevos datos de Oxfam son demoledores. Tan sólo 8 personas (8 hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. La súper concentración de riqueza sigue imparable.

El crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los que más tienen. El resto, la gran mayoría de ciudadanos de todo el mundo y especialmente los sectores más pobres, se están quedando al margen de la reactivación de la economía. El modelo económico y los principios que rigen su funcionamiento nos han llevado a esta situación que se ha vuelto extrema, insostenible e injusta“.

Recuerdo la historia de Paul Getty, el hombre más rico del mundo de los años ‘70. Su fortuna giraba en torno de los 2 mil millones de dólares. Hoy esa cifra no mueve las pestañas de quienes acumulan las mayores riquezas en nuestro injusto planeta.

Es evidente que el Presidente norteamericano ataca a las víctimas del sistema y actúa en sintonía con los victimarios.

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