They Have Failed, Again

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Los otros que fracasaron, otra vez

Por decisión de la Casa Blanca, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) suspendió su reunión anual prevista para esta semana en China luego que el gobierno de Beijing se negara a otorgarle una visa a Ricardo Hausmann quien, por decisión del gobierno de Donald Trump, iba a “representar” a Venezuela en el evento.

Hausmann es la persona que en una conversación telefónica con el Lorenzo Mendoza, hecha pública por Diosdado Cabello en octubre de 2015, habla de un plan para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro, por el que aspiraban a recibir 50 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es, además, quien ha dirigido la campaña internacional contra los bonos soberanos de la República y, siempre con la ayuda de sus amigos de Washington, ha bloqueado las posibilidades de refinanciar la deuda externa como lo hacen todos los países del mundo y, al mismo tiempo, las fuentes de financiamiento y las posibilidades de comercio.

En términos de “guerra económica”, Hausmann, quien fue ministro del área económica del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez cuando el paquetazo de facto del FMI en los años 90, vendría a ser algo así como el “general en jefe” encargado del asedio a nuestro país.

El gobierno chino, consecuente en su apoyo al legítimo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, le negó la entrada y en respuesta el vicepresidente de los EEUU, Mike Pence, ordenó suspender la reunión y trasladarla a otro país de los que sí se le subordinan. El gobierno de Washington, con 30% de su capital, es el mayor accionista del BID del que Hausmann ha sido empleado. También ha trabajado para el FMI, por lo que es difícil creer que puede representar los intereses de los venezolanos.

El plan de asfixiar económicamente a los venezolanos, de empujarnos por un barranco inflacionario cuando los precios del petróleo caían violentamente, para que el pueblo se volviera en contra del gobierno chavista no les ha funcionado. El asqueroso chantaje, falso por demás, de que con la salida de Nicolás Maduro la situación económica se resolvería no logró sus objetivos ni apagándonos la luz al mismo tiempo. En fin, la vileza de utilizar la economía para alcanzar las metas políticas que no has podido lograr a través del voto y la política misma fracasó pero, aun así, la casta empresarial dentro y fuera de Venezuela persiste en su macabro plan contra los venezolanos. Es perversa la cosa, sólo comparable con la ruindad humana de quienes en medio del sabotaje al sistema eléctrico prefirieron que se les pudrieran los alimentos.

Antes decían que la inflación era consecuencia del control de cambio y que las cosas comenzarían a mejorar sólo si el gobierno igualaba el precio del dólar en bolívar. ¡Bueno! ya no hay control de cambio, el dólar oficial se igualó al guarimbero, pero los precios de los alimentos, medicinas y otros bienes de primera necesidad no paran de subir porque inflación es la forma caprichosa como la casta empresarial llama a la especulación.

Antes decían que la producción en el país estaba en cero, pero ahora las cámaras asociadas a Fedecámaras hablan de pérdidas millonarias por lo que se perdió o se dejó de producir durante al sabotaje eléctrico.

Para colmo, de tanto llamar al lobo y anunciar la catástrofe, el lobo se presentó en Maracaibo y con una ferocidad insospechada pero no para derrocar al Gobierno como los empresarios apostaban sino para arrasar como en un apocalipsis zombi hollywoodense con sus casas de comercio.

Cuando observo la obcecada actitud de la casta empresarial en Venezuela que desde 2002 está tratando de derrocar al gobierno chavista sin ningún éxito, acosta, incluso, de los empresarios que no han podido resistir la guerra económica, que ha tenido bajas en ambos bandos y los que han tenido pérdidas por otras aventuras golpistas como las guarimbas, siempre recuerdo que Jesucristo le hablaba en parábolas al pueblo para que le pudiera entender, pero con los únicos que tuvo que usar la fuerza y darle unos cuerazos fue con los mercaderes del templo.

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