Third Countries, Other ‘Trumpisms’ and Marcelo

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Ayer en la mañana, el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos dio a conocer que hoy se publicará, en su versión del diario oficial, una revisión de las normas de asilo en Estados Unidos “para agregar un nuevo obstáculo de elegibilidad para el asilo para un extranjero que ingresa o intenta ingresar a los Estados Unidos a través de la frontera sur, pero que no solicitó la protección contra la persecución o la tortura cuando estaba disponible en al menos un tercer país fuera del extranjero. País de ciudadanía, nacionalidad o última residencia habitual legal a través de la cual él o ella transitó en ruta a los Estados Unidos”.

Es decir, no se admitirán recursos de asilo, la vía por la que miles de centroamericanos llegan a territorio estadunidense, si antes el migrante no hizo el procedimiento en otro país. Hay algunas, mínimas, excepciones.

La nueva regla le da la vuelta a la insistencia estadunidense que México y otros países centroamericanos se volvieran “tercer país seguro”.

Es decir, ya lo somos. A la mala.

Marcelo Ebrard, canciller mexicano, convertido en muro de Trump últimamente, dijo que tranquilos, que no afectará a mexicanos.

También dijo que todos tranquilos, que las redadas de Trump no incluyen mexicanos. Sí, en otro párrafo también dijo que “México no coincide con medidas que limiten el acceso al asilo y refugio a aquellas personas que temen por su vida o seguridad en su país de origen por motivos de persecución”. Pero eso qué.  

A lo de ayer, hay que sumar que el viernes el departamento de Estado publicó un largo reporte que concluye: “La incertidumbre sobre el cumplimiento de los contratos, la inseguridad y la corrupción también sigue obstaculizando el crecimiento económico de México. Estos factores elevan significativamente el costo de hacer negocios en México”.

Documento que en algo influye en las tan necesitadas inversiones. 

 El mismo viernes Trump en alguno de sus locos tuits escribió: “Aún no se ha revelado la mayor parte del trato con México”. ¿Y luego?

Pero a Trump, ni con el pétalo de un tuit.

Qué dificil ser el Marcelo Ebrard del 2019.  O no.

Nomás algunos se habían equivocado en años anteriores.

Él sigue sonriendo, según se ve.

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